Capítulo 49

Cerré la puerta del baño tras de mí y, por instinto, giré el pestillo. El clic metálico resonó en el pequeño espacio alicatado de mármol blanco, pero en lugar de hacerme sentir segura, sonó como el cerrojo de una celda.

Me apoyé contra la puerta de madera, sintiendo la superficie fría contra mi espalda a través de la camisa prestada de Damián. Cerré los ojos y dejé que la fachada de valentía que había mantenido frente a Jasper se desmoronara por completo.

Mis piernas, que hasta hace unos segundos me habían sostenido con firmeza, de repente se sintieron hechas de gelatina. Me deslicé lentamente hacia abajo hasta quedar sentada en el suelo frío, abrazando mis rodillas contra mi pecho, escondiéndome dentro de la tela enorme de la camisa que olía a él.

El silencio del baño era absoluto, pero en mi cabeza el ruido era ensordecedor. Las palabras de Jasper rebotaban en mi cráneo como una pelota de goma en una habitación vacía.

No será para siempre

No era solo una amenaza vacía de un exnovio
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