La puerta de la habitación se cerró con un clic suave, aislando el mundo de Adeline y su desconcertante farsa. En el pasillo, bañado por la fría luz fluorescente, la tensión estalló.Damián no esperó ni un segundo. Se giró hacia Jasper, agarrándolo del brazo con una fuerza que hizo que el otro hombre frunciera el ceño.—¿Estás completamente demente? —le espetó Damián en un susurro cargado de furia, sus ojos oscuros, normalmente tan impasibles, brillaban con incredulidad—. ¿Qué demonios crees que estás haciendo? ¡Si esto es una broma, es de un mal gusto atroz!Jasper no se inmutó. Al contrario, una sonrisa cínica y despreocupada se dibujó en sus labios. Se soltó del agarre de Damián con un ademán de fastidio.—¿Gracioso? No, no es una broma —respondió Jasper, encogiéndose de hombros como si estuvieran hablando del clima—. Es una oportunidad. Mi novia, la mujer con la que iba a casarme en unos meses, por si lo habías olvidado, perdió la memoria. Es el regalo del destino, Damian. La puer
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