La mirada de Kael era un filo cortante en la penumbra, sus ojos brillando con la intensidad de un lobo listo para atacar. Su postura, tensa y ligeramente agazapada, dejaba claro que no confiaba en los extraños que acompañaban a su hermana. El aire frío del bosque parecía cargarse de electricidad, y Ryan sintió el instinto primal de su lobo rugiendo en su interior, listo para responder si era necesario. Tiberius, a su lado, permanecía inmóvil, pero sus manos estaban listas para cualquier movimiento rápido.
“Lyanna,” gruñó Kael, sin apartar los ojos de Ryan. “¿Qué estás haciendo con estos forasteros en medio de la noche? ¿Y por qué los llevas al bosque?”
Lyanna dio un paso adelante, colocándose entre su hermano y los dos viajeros. Su voz era firme, pero había un matiz de súplica en ella, como si intentara calmar una torment