La celebración en el campamento de Claro de Luna había alcanzado un punto de eufórica liberación, con los lobos cantando baladas antiguas y compartiendo jarros de hidromiel bajo el cielo estrellado. Las hogueras crepitaban con vigor, proyectando un resplandor cálido que bailaba sobre los rostros sonrientes de la manada. Kael y Tiberius se habían integrado en un grupo de reformistas, riendo y contando historias de batallas pasadas, mientras Eryn y Marek lideraban un coro improvisado. La tregua temporal, la intervención de Cleo y la promesa de un consejo con Valle Maldito habían infundido una esperanza que todos necesitaban, aunque sabían que era frágil como una hoja al viento.
Ryan y Lyanna, sin embargo, se habían apartado del bullicio principal, encontrando un rincón más íntimo al borde del claro, donde el bosque susurraba promesa