El viento nocturno azotaba las hojas de los árboles, creando un murmullo constante que ocultaba los pasos sigilosos de Ryan y Tiberius. La Cresta del Cuervo, ahora un campo de batalla reciente con restos de tiendas quemadas y armas abandonadas, era un lugar peligroso para una reunión secreta. Pero el mensaje de Cleo, entregado por un lobo herido de Brisa Clara que había desertado durante el combate, había sido claro: “Reúnete conmigo al amanecer en la cueva oculta. Solo. Quiero hablar de la verdad.”
Ryan había dudado, pero la nota manuscrita de Cleo que Kael había encontrado entre los documentos robados—esa confesión críptica de “No quería esto. Pero no había otra manera”—lo había impulsado a actuar. Tiberius insistió en acompañarlo, argumentando que no podía confiar en Cleo, y Lyanna, au