Mundo de ficçãoIniciar sessãoAdrien.
No sé muchos detalles sobre las personas que me engendraron, y quizá por eso nunca aprendí a llamarlos padres. Él, el hombre que puso mi existencia en marcha, era un coleccionista de cuerpos y promesas rotas. Vivía casado con la hermana de mi madre, Angie. Pero también tenía dos hijos con esa “tía”, además… uno con mi abuela. Sí, su suegra. Otros seis más esparcidos entre las vecinas.
Angie tenía trece años de edad, cuando me dio a luz. No era más que una niña pariendo a otro niño, casi cuatro kilos de carne y todo un futuro incierto por delante. Fui grande y fuerte, un pequeño gigante que la destrozó desde adentro. Ella… se desangró. Para cuando la llevaron al hospital, ya no era posible salvarla. Por más que lo intentaron, que mi padre lo intentó.
Esa noc







