—¡Kael! ¡No, mi amor! —gritó Lyra, sintiendo que todo su cuerpo se desplomaba al verlo tendido, inmóvil, rodeado por el rojo escarlata que brotaba de su cabeza.
Intentó acercarse, pero una punzada desgarradora le atravesó el vientre bajo, volviendo sus pasos casi imposibles.
—Ahora no, bebé… ahora no —susurró una y otra vez, como un mantra desesperado.
La ambulancia ya se escuchaba cerca, y en ese momento, Sofía, Samuel y Rose llegaron al lugar. Al verlos, Lyra tembló. Ellos no podían verla… pero su loba, desesperada por Kael, rugía en su interior.
«Vamos… compañero… vamos con él… ¡Lyra!»
Los aullidos retumbaban en su mente como un tambor ensordecedor, quebrándola desde adentro. Cada contracción la empujaba más cerca del abismo.
—¡Ah! —gritó con desesperación, llevándose las manos al vientre.
Las luces a su alrededor comenzaron a desvanecerse. El dolor era insoportable, cada punzada la hundía más. La idea de alcanzar a Kael se deshacía a medida que el dolor aumentaba. Y lo peor… su be