Lyra continuó buscando información en su teléfono, centrando su atención en el CEO de la compañía. Algo en su interior le decía que él no estaba al tanto de las maniobras poco éticas de su gerente. Tras revisar varias páginas, finalmente encontró una foto en un portal de farándula donde se veían las placas del auto del CEO. Las memorizó al instante.
Sin pensarlo demasiado, logró colarse en el estacionamiento del edificio.
«Lyra, ¿dónde estás?»
Era un mensaje de Kael. Ella lo leyó y lo ignoró. Poco después, sonó una llamada suya. También la rechazó. No pensaba irse de allí sin hablar primero con ese hombre que estaba esperando.
Se sentó contra una viga de cemento. Las horas pasaban y el hombre no aparecía. Los mensajes y llamadas de Kael seguían acumulándose. Sabía que estaba empezando a enojarse, pero no le importaba. Sentía que todo valdría la pena si lograba su objetivo.
Cuando estaba a punto de rendirse, un auto oscuro y elegante cruzó la entrada del estacionamiento. Lyra confirmó