Sofía ingresó al restaurante, observó a su tía ocupando una de las mesas; había llegado unos minutos tarde.
Se acercó y tomó asiento, la mujer la miró de pies a cabeza con desprecio.
—Piensas que puedes amenazar a mi familia, y hacer lo que te da la gana, simplemente porque estás casada con el imbécil de Darío.
—Tranquila, tía, al parecer estás muy molesta y la que debiera de estar enojada soy yo —respondió con tranquilidad —¿Ahora dime qué es lo que pretendes con esta cita?
La mujer le mostró una sonrisa y le mostró una fotografía: era de Gabriela almorzando en un restaurante.
—¿Qué hay con esa fotografía?
—Tienes personas que te importan mucho, no es verdad, puede sucederle algo si continúas fastidiando a mi familia y estoy hablando en serio.
Sofía miró a la mujer con preocupación, como podía amenazar con hacerle daño a Gabriela.
—También es tu sobrina, como puedes hablar de esa manera, no tienes corazón.
—Mira, no me importa lo que tenga que hacer, Sofía, pero quiero que las cosas