33. Una visita venenosa
Para el día siguiente, todo estaba previsto para el rescate, Cristóbal había sacado del banco el dinero en efectivo y el departamento policial se encontraba alerta a cualquier novedad cerca de la zona, aunque no enteramente involucrados.
La integridad física del pequeño era lo primordial y no iban a exponerlo. Fue lo que pidió estrictamente el CEO Cienfuegos.
— ¿Ya… te vas? — le preguntó Amelia a Cristóbal esa mañana. Su corazón latiendo un tanto apresurado.
Cristóbal alzó la vista del móvil y la miró con adoración.
— Todo va a salir bien. Cristóbal estará dentro de unas horas en nuestros brazos.
Amelia asintió ligeramente, extrañamente agotada.
— No regreses aquí sin él, por favor — le rogó, todavía asustada. Y es que hasta que no tuviese a su dulce niño con ella, no volvería a estar tranquila.
Ahora era Cristóbal el que asentía, y atravesado por un impulso, tiró levemente de ella contra su pecho y besó su coronilla.
— No lo haré, mi amor, no lo haré — prometió, al tiempo que Amelia a