Mujer prohibida: 29. Los derechos de Mía
Ocurrió demasiado rápido.
Mía solo alcanzó a escuchar la bocina de un auto aproximándose y cerró los ojos con fuerza, protegiendo a su bebé, antes de recibir el impacto… pero este nunca llegó, y su cuerpo fue impulsado hacia atrás con tanta rapidez que no le dio tiempo reaccionar a lo que estaba ocurriendo.
La vista borrosa, el pulso acelerado y la respiración entrecortada. Personas aglomerándose. Algunas ayudando a levantarla y otras…
— ¡Una ambulancia! ¡Alguien, llame a una ambulancia!
¿Ambulancia? ¡No! ¿Por qué? Ella estaba bien. Ella…
Comenzó a buscar entre la gente a Cristóbal. Zafándose de los brazos que intentaban retenerla para evitar que se acercara a la escena a unos pasos de ella.
— Suéltenme, suéltenme… — pidió, aturdida —. ¿Cristóbal? — se hizo paso entre la gente. Todos murmuraban. Otros llamaban a la ambulancia. Empujó cuerpos hasta llegar a mitad de la calle. Un cuerpo tendido. Sangre. Sus ojos se abrieron y afloraron las lágrimas. No, no, no — ¡Cristóbal! ¡Cristóbal! —