Narrador omnipresente—¡Deténganse! Parecen animales salvajes, sin educación —gruñe Virginia, levantando la voz con fuerza, tratando de imponer orden mientras observa cómo esos viejos estúpidos destrozan sus muebles, sumidos en el caos.—¿Animales salvajes? ¡Lo dice la hiena que humilla a su propio hijo con tal de seguir aferrada al poder! —responde Octavio, avanzando hasta quedar frente a Virginia. No puede contener su lengua, que parece tener vida propia y transmitir lo que su mente piensa.—¡Ja, ja, ja! Habla el lacayo que se ha pasado toda su vida arrastrándose a sus pies como un perro hambriento esperando que le arrojen un pedazo de pan —se burla Clemente, el ex Alfa del Sur.Los comentarios desproporcionados encienden aún más la tensión en el ambiente.Clemente le lanza un puñetazo directo al rostro de Octavio. Su ataque está cargado de furia y celos, un impulso que no puede contener.—¡Malditø traidor! —ruge Octavio, devolviéndole el golpe. Su puño conecta con la mandíbula del
—¡Ay! —exclama Annie, llevando una mano a su vientre. Es la primera vez que siente una patadita de la bebé, pero el gesto de ternura no aleja la angustia que crece en su pecho a cada segundo.Sin dudarlo, cierra los ojos y concentra su mente en ubicar al perro, transformándolo rápidamente en la figura poderosa e imponente del Alfa.Espera que Salvador esté lejos de Vanessa; si no, su verdadera identidad quedará al descubierto, igual que la de Arón. Un efecto dominó que podría acabar en desastre.—¡Ay! —grita de nuevo, más fuerte. Los pasos de su fiel amigo resuenan en la figura del Alfa, aproximándose a toda velocidad.Él no pronuncia ni una sola palabra. La carga con cuidado y atraviesa el lugar, lanzando un vistazo severo a los rostros de los ancianos, quienes permanecen desconcertados.Ninguno se atreve a intervenir, prefiriendo regresar al comedor para limpiar el desastre.Al llegar a la habitación del Alfa, Annie le indica con un leve movimiento que la baje. En cuanto siente el s
—¿Dónde demonios estás? —La voz de Hades retumba en la mente de Mara como un rugido infernal, cargado de irritación, como si quisiera partirle el cráneo en mil pedazos. Mara se detiene en seco. Sus sentidos se colocan en alerta. «¿Me descubrió?», se pregunta. Pero no, eso es imposible. «He sido demasiado cuidadosa», concluye. Su proyección en el inframundo, utilizando el alma de una huésped, es magistral. Burlar al dios del engaño durante tantos años es una hazaña única. En la superficie utiliza cuerpos ajenos. Nadie podría sospechar. «Algo más está sucediendo», analiza, mientras su mente trabaja a toda velocidad. De mala gana, debe abandonar a su yerno. Quería examinar la mordida, asegurarse de que no estuviera contaminada, pero no puede darse el lujo de dejar sola el alma que la reemplaza. Antes de partir, se asegura de que el Alfa, Júpiter y el cuñado estén a salvo. Con solo tronar los dedos, los teletransporta al castillo. No hay tiempo que perder; debe responder al llamado
Annie viste un elegante vestido rojo de seda y tul delicado. El velo que cubre su rostro añade un toque de misterio y sofisticación, aunque solo está ahí para ocultar su identidad mientras los invitados piensan que es Vanessa.Quiere convencerse de que solo son nervios, algo pasajero, pero en el fondo sabe que no es así. Cada célula de su cuerpo le grita que algo terrible está por suceder.La actitud fría y cortante de Arón la tiene desconcertada. El hombre amoroso y cariñoso ha desaparecido; ahora es alguien distante, casi irreconocible.A eso se suma el rechazo de Thor.Su lobito.Una conexión que siempre ha sido especial, ahora parece no existir, sin motivo aparente. Todo a su alrededor le grita que algo terrible está ocurriendo,, pero no logra descifrar qué.Ha intentado comunicarse con su madre, buscando respuestas, y también con Salvador, pero ninguno responde. Ese silencio solo incrementa su angustia.Júpiter todavía está demasiado débil.Lennon le contó lo sucedido con las cac
De pronto, unas manos fuertes la sujetan. Annie no puede moverse. Su instinto la hace luchar desesperada, pero las manos son firmes, controladas, y logran inmovilizarla.—Cálmate, Annie. Tenemos que salir de aquí —le susurra Salvador cerca del oído.POV. Arón.Salgo del castillo. Mi único pensamiento es alejarme lo más lejos posible, encontrar un lugar seguro. Necesito aislarme, liberar a Thor y permitirle tomar el control. Pero algo en mi camino me detiene de golpe.A lo lejos, una figura inconfundible aparece. Pero no puede ser real. No después de haberlo sepultado. Sin embargo, es él; Jarek. Y a su lado está la mujer más detestable: mi madrastra.Mi mente intenta procesarlo. "¿Acaso todo fue una mentira?"Siento un destello de alegría al ver a mi hermano con vida, pero esa sensación se desvanece en un instante, al recordar su crueldad.Ese desgraciado solo quería mi muerte, y de la manera más cruel. Quiso apropiarse de mi pareja para matarme de dolor.El aire se vuelve más pesado.
P. V. O. Arón—¡Tráiganla! —ordena Jarek, su voz tan fría como el hielo, tan cortante que podría abrirme el pecho.Mis ojos se abren con furia y un temblor recorre mi cuerpo. El mundo se detiene. Todo. El aire, el tiempo, mi respiración.Mi corazón se estrella contra mis costillas con una fuerza brutal cuando la reconozco: es ella... es mi madre… la mujer que me dio la vida.Camina con la cabeza gacha, encadenada, arrastrando los pies. Los grilletes le muerden la piel hasta hacerla sangrar. Y ese maldito collar… ese maldito collar que le lacera su dignidad más que su cuello…Pero no está sola.Detrás de ella, Otras lobas son arrastradas con la misma humillación, igual de rotas, igual de reducidas a nada.Como si fueran mercancía.Como si sus vidas fueran desechables.—¡Diosa! ¿Qué demonios está pasando aquí? ¿Acaso nos has abandonado? —mascullo entre dientes, con la rabia hirviendo en mis venas, ardiendo en cada rincón de mi ser, rugiendo por salir y arrasar con todo a su paso.Jare
P.O.V. Arón Taylor Llegué hace un par de días a Canadá. He visitado algunas de las manadas. Me encanta llegar de improviso, merodear por sus alrededores y observar su funcionamiento. Así no pueden ocultar lo que sucede dentro de ellas. Destino bastante presupuesto para que todos estén bien. Como Alfa debo ejercer mi liderazgo en todos los campos, llevando a mi pueblo de la mano. Para mí, no existen los rangos por tradición. He luchado para que eso cambie. Que sean los méritos y talentos los que primen, pero como siempre, el puto concejo mete sus narices. Las manadas necesitan líderes de mente abierta, dispuestos a jugársela por su pueblo, que no discriminen y brinden oportunidades. Sin embargo, hay algunas que siguen considerando a los Omegas inferiores y a los humanos débiles, despreciándolos y negándose a aceptarlos. La diosa Luna es implacable ante los rechazos de sus destinados. Si tengo que reemplazar a los líderes completos de una manada, lo hago sin dudar. El c
P.O.V. ANNIE BECKERMi mente es un completo caos. Un laberinto de pensamientos confusos donde sobresale una imagen: la sonrisa serena y la mirada profunda de unos ojos azules que me atraviesan el alma.Sé que estuve casada… lo sé porque en mi dedo aún llevo una argolla de matrimonio. Con el nombre de Jarek Ferguson. Y si eso no bastara, el registro civil lo confirma…Además, como si la vida no se cansara de recordármelo, la maldita de mi exsuegra y su hermana siguen siendo un grano en el trasero.Pero no tengo recuerdos claros. Solo momentos fugaces. No sé si fuimos felices, si nos amamos, si alguna vez me sentí segura entre sus brazos.Solo me llegan destellos: él jugando con mis amados perros, acariciándolos con ternura, hablándoles como si fueran parte de su alma.Yo, observándolo desde la distancia, sintiendo que quizá… solo quizá, alguien como él no podría hacerme daño.En mi mente está la imagen de esa maldita mujer, ella es una bruja completa, golpeando sin piedad a mis cachorr