KATIA VEGA
—Mi niña… recuerda que todo tiene un ciclo —dijo mi abuela con melancolía—. Es triste que los hijos entierren a los padres, pero es aún más triste que los padres entierren a los hijos. Imagínate cuánto sería mi dolor si te fueras antes que yo. No es natural, ni benevolente.
Entendí lo que quería decir sin que fuera tan directa: «No mueras antes que yo». Asentí y besé su frente con ternura. —Lo sé, abuelita, lo sé… —contesté con media sonrisa.
—Bien, te dejo a solas con el doctor —agregó dándome palmaditas en la mejilla y apoyándose en Arturo para salir de la sala.
—Señorita