KATIA VEGA
Abrí mi puño, mostrándole el anillo, pues yo aún seguía aferrándome a él, pero solo torció los ojos y con un suspiro apesadumbrado, tomó el anillo entre sus dedos y negó con la cabeza. —A veces eres tan absurda. Sabía que casarme con una mujer tan joven e inmadura era un gran error. —De pronto, sin que me lo esperara, tiró del anillo, arrancándolo de mi cuello y lanzándolo al suelo como si fuera basura—. Lo que necesito es una mujer fuerte y decidida, no una que se la pase llorando por todo. Lo dije antes, lo sostengo ahora.
Cubrí mi cuello, aún escéptica. ¿En verdad me había arrancado el anillo?
—Vete, aborta y deja de joderme… ¿quieres? —d