KATIA VEGA
—Creo que lo mejor en este momento es permanecer juntos… —dijo mi madre sentada cómodamente en el sillón frente a nosotros, con mi padre a su lado, tomándola de la mano—. La grosería que le hicieron a la familia Saavedra no pasará inadvertida.
—¿Grosería? ¿Qué hay de lo que ellos nos hicieron? —preguntó Arturo con molestia—. ¡Ese hombre golpeaba y humillaba a tu propia hija!
Posé mi mano sobre la suya, intentando calmarlo. No resolvería nada exaltándose así.
—No, Kat, no los defiendas. Te vendieron como un maldito animal y voltearon hacia otro lado mientras tú sufrías —reclamó Artu