ARTURO VEGA
Después de lo que había ocurrido, el sargento detuvo a Stella por intervenir en el arresto. Para ella fue lo mejor, pues en la prisión preventiva estaría más segura que aquí o en cualquier lugar del mundo. Aun así, no era suficiente castigo.
—¡Te arrepentirás, Arturo! —exclamó Stella desesperada mientras el sargento se la llevaba, tomándola de un brazo—. ¡Teníamos un acuerdo! ¡Gracias a mí Emilia regresó a ti! ¡Gracias a mí te quitaste de encima a esa espía! ¡Eres un maldito ingrato!
Claramente no se iba a ir sin pelear, por lo menos sin hacerme sentir mal.
—Papi… ¿Stella ya no volverá? &mdas