Le despertó una fuerte arcada, obligándole a liberarse de los brazos del moreno y salir corriendo hacia el baño. Keerd, con un sobresalto, también se despertó al notar cómo se escapaba.
Saliendo de entre las mantas, fue tras él para al llegar junto a la puerta del baño verlo agachado delante del retrete...
¡Vomitando!
-¡Daylhan!-
Tirándose junto a él le sostuvo por el mentón. Después de un buen rato vomitando, ambos proseguían en el suelo. El castaño acurrucado sobre el pecho del azabache y éste acariciándole el cabello.
-¿Cómo estás mo ghrà?-
-Jum, mejor-
-¿Te duele algo?-
-No- Daylhan se enderezó y le miró -Me...me sentaría mal algo de lo que...cené anoche-
Keerd acarició el rostro del joven observándole detenidamente.
-Hueles...diferente- dijo.
Daylhan se alarmó.
-No me refiero a que huelas mal sino que...tu olor ha cambiado- se explicó Keerd sonriéndole.
-Y ¿Cómo...a qué huelo?- se interesó Daylhan.