Abriendo la puerta con el pie, Keerd caminó rumbo a las escaleras. Oyendo sollozar al castaño, llegó ante la cama. Depositandolo suavemente, empezó a desnudarlo. Despacio. Cómo si desenvolviera un regalo muy delicado. Luego apartó las mantas y le hizo meterse dentro. Antes de hacerle compañía bajó y cerró, a cal y canto la puerta de casa para regresar con él. Daylhan lo vio mientras se desnudaba hasta que lo tuvo con él en la cama.
-Lo...lo siento, lo siento, lo siento mucho Keerd- lloró.
-Ven aquí-
Rodeándolo por la espalda, Keerd le besó repetidas veces en la frente y se lo apretó, con cuidado, contra sí.