-XXI-

-¿Qué... qué haces?-

-Aceptar lo que me han dicho que debo hacer-

Sin pudor alguno, Keerd llevó las manos hacia su propio trasero. Aferrándose los glúteos, los separó, dejando la oscura entrada despejada.

Esto era nuevo para él por lo que, sin pensar en si lo hacía bien o no, situó su entrada rozando, nuevamente, la cima del miembro de su joven esposo. Entonces...                                Se dejó caer contra él.

- ¡DIOSESSSS!-

El rugido que lanzó Keerd hizo temblar las paredes de la casa. Aunque le molestaba no vaciló y empezó a moverse. De arriba abajo. Sintiendo cómo el pene de su esposo deslizaba a través de su conducto. Frotando sus paredes internas. Notando cómo le estimulaba todo su interior. No le resultaba para nada desagradable. Todo lo contrario. Era realmente grato y le empezaba a gustar. Sin necesidad de dejarle salir, Keerd se giró terminando por darle la

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