—Dicen que también vino la hija de la Familia De Vero, la heredera legítima, con un estatus comparable al de una princesa real. Si pudiéramos verla aunque sea una vez…
Mientras la multitud comentaba acaloradamente, Adrián Herrera distinguió un rostro familiar: el mismo hombre rubio que había visto junto a Valentina.
El rostro de Adrián se heló de inmediato.
—¿Qué haces aquí?
El hombre le tendió una tarjeta de presentación.
—Me llamo Adrián Moreau, director regional en Norteamérica del Grupo Monterreal.
Los ojos del padre de Valentina se iluminaron.
—Adrián, ¿lo conoces?
—Lo vi antes acompañado de Valentina.
Esa sola frase hizo que los tres de la familia Suárez palidecieran.
El padre de Valentina captó la señal de inmediato.
—Señor Moreau, ¿la decisión del Grupo Monterreal de terminar la cooperación tiene que ver con Valentina?
—No sé qué mentiras le habrá contado, pero desde niña esa mujer fue astuta, siempre compitiendo, celosa de su hermana. ¡Es capaz de cualquier cosa!
Su voz se alz