El Don de la familia Falcón fue asesinado por una familia rival, dejando atrás a Livia, su esposa viuda. Su hermano menor, mi esposo, Cayo Falcón, tomó su lugar como Don. Sin embargo, con el título también vino una obligación: asegurar la línea de sangre de los Falcón, engendrando un hijo con la viuda de su hermano. —Alicia ha demostrado ser estéril durante años, ahora le toca a Livia hacer lo que ella no pudo. La familia Falcón no puede quedarse sin un heredero. —La voz de la Madre destilaba desprecio. Cayo me sostuvo entre sus brazos, susurrándome promesas. —En cuanto Livia quede embarazada, no volveré a tocarla, te lo juro. —Alicia, tú eres la única mujer que amo. Ya habían pasado tres meses y no ha pisado nuestra habitación. Después de que me ignoró frente a todos, eligiendo a Livia una y otra vez, terminé por irme. Me llevé lo que era mío y solo dejé una cosa atrás: una prueba de ADN. Fue mi regalo final para Cayo.
Leer másCayo se abrió paso entre la multitud y caminó hacia las escaleras.Todas las cámaras de los reporteros giraron hacia él.—¡Don Falcón! ¿Cómo responde a estas acusaciones?—¿De verdad va a abandonar a su propio hijo?—¿La familia Falcón enfrenta una crisis de sucesión?Cayo los ignoró a todos, subió directamente hasta donde estaba Livia y la miró desde arriba.—Basta.Su voz no fue fuerte, pero bastó para silenciar a toda la multitud.—¿Ya terminaste con este espectáculo?Livia apretó al bebé con más fuerza, un destello de miedo cruzó sus ojos.—Cayo, solo estoy intentando que nuestro hijo tenga lo que merece…—¿Lo que merece? —Cayo soltó una risa fría—. Un hijo que engendraste con Simón Romano. Dime, ¿qué derecho tiene ese bastardo a llevar mi apellido?La multitud estalló en un oleaje de jadeos y murmullos.Los reporteros disparaban sus cámaras sin parar.El rostro de la Madre palideció.—¡Cayo! ¿Qué estás diciendo?—Digo la verdad, Madre —Se volvió hacia ella—. Esta mujer nos engañó
La mano de Cayo se deslizó lentamente hacia la pistola en su cintura. El metal era frío e implacable.—¡Cayo! —Gritó La Madre con terror—. ¿Qué haces?—Lo que debí hacer hace mucho tiempo.Su voz era escalofriantemente serena.Livia vio el movimiento y su rostro se puso tan blanco como la cal.—¡No te atreverías! ¡Tengo pruebas contra toda la familia Falcón!—¿Crees que me importa la evidencia? —Cayo soltó una risa hueca y sin vida—. Alicia se fue, ya no tengo nada que perder.En ese momento, Antonio irrumpió en la habitación.—¡Don! ¡Una caravana del FBI se está acercando a la finca!La mano de Cayo se detuvo, miró la sonrisa triunfante de Livia y retiró la mano lentamente.—Ganaste —dijo—. Pero no te va a durar.Se volvió hacia los guardias.—Llévensela, denle algo de dinero y sáquenla de Nueva York. Asegúrense de que no la vuelva a ver jamás.Livia, abrazando su vientre, fue escoltada fuera de la finca.Antes de salir, miró a Cayo por encima del hombro.—Te vas a arrepentir de esto.
Por mi parte, había saltado del avión momentos antes de que se estrellara, aterrizando sana y salva en un mundo completamente nuevo.La noche caía sobre el distrito de diamantes de Amberes.Estaba sentada en mi nuevo taller, sosteniendo un diamante azul impecable.—Señora Ares —entró mi asistente, Enrique—. Su primera pieza está terminada.Dejó una exquisita caja de joyas sobre la mesa.Dentro yacía un collar de platino con un colgante en forma de fénix con las alas extendidas, forjado con los mismos rubíes que había tomado de la mansión Falcón.—Excelente —dije, acariciando el collar—. Renacer de las cenizas.—Además —Enrique me entregó un cheque—, un coleccionista en Londres está muy interesado en sus diseños. Este es el anticipo.Un millón de euros.Mi nueva identidad y mi nueva carrera… prosperaban. Fusioné las antiguas técnicas de mi abuela con la precisión moderna, creando piezas que el mundo jamás había visto.En mis manos, cada diamante recibía una nueva vida; cada pieza contab
Cayo saltó de su silla, el sonido que hizo fue más un rugido que una pregunta.—¿Qué carajo dijiste?Se lanzó hacia Antonio, agarrándolo por el cuello de la camisa.—¡Estás mintiendo!El guardaespaldas temblaba.—Acabamos de recibir la llamada del control de tráfico aéreo. El avión donde iba Alicia se estrelló en las montañas. Se encontró turbulencias severas... dijeron que el fuselaje simplemente se desintegró. El equipo de búsqueda y rescate ya está en camino, pero el lugar del accidente es de difícil acceso. Señor... el avión cayó desde tres mil metros. No hay casi ninguna posibilidad de supervivencia.El agarre de Cayo se aflojó y cayó de nuevo en su silla.El mundo giró, y su visión se fue oscureciendo.—No… ¡Alicia!Era su culpa.La había dejado ir sola.En su cumpleaños.Se levantó de un salto y corrió hacia la puerta.—¡Cayo! —La Madre entró apresurada, con Livia siguiéndola—. ¡No puedes irte! ¡Claramente se trata de una conspiración por parte de una familia rival!—¡Ni se te o
Livia tomó lentamente la mano de Cayo y la presionó suavemente contra su abdomen hinchado.—Siente eso.—Nuestro pequeño acaba de darme una patada, me pregunto si está molesto por algo.Los ojos de Cayo se abrieron de par en par, y todo su cuerpo se tensó por la emoción. —¡Se está moviendo! ¡Mi hijo, me está respondiendo!—Nuestro futuro Don tiene una patada fuerte, me mantuvo despierta toda la noche. —Ronroneó Livia, fundiéndose contra él.—El médico dijo que el bebé necesita la compañía de su padre, incluso estando en el vientre. Eso le ayudará a crear un vínculo. Cayo, tienes que pasar más tiempo con él.—Pero hoy estaba… —Cayo se detuvo, mirando hacia mí.De repente, Livia se inclinó con el ceño fruncido. —Cayo, estoy un poco mareada.Se apoyó en su pecho, respirando con dificultad. —Creo que estuve demasiado tiempo de pie hoy. Me siento débil. El médico dijo que en las etapas finales necesito descansar más, que demasiada actividad fetal puede ser un gran esfuerzo.Cayo se puso en
A la mañana siguiente, antes de que el sol hubiera bañado por completo la finca con su luz, escuché unos golpes secos en mi puerta.—La Madre pide su presencia en la sala, inmediatamente. —Me informó un guardia, con un tono que no admitía negativa.Acababa de salir de la ducha, con el cabello aún goteando. Pero la Madre de la familia Falcón no esperaba a nadie.Me vestí rápidamente y descendí por la escalera de caracol.En la sala, Cayo le daba cerezas importadas a Livia, una por una. Ella estaba medio recostada en el sofá de cuero, con su vientre de embarazada muy visible, parecía como si ya fuera la Doña de esta casa.La mano de Cayo se quedó congelada en el aire al verme entrar.—Alicia, estás pálida —dijo, levantándose y acercándose a mí, con un atisbo de preocupación en los ojos—. ¿No dormiste bien anoche?La Madre bufó.—¿Por qué no habría de verse descansada? Ella no carga ningún peso, a diferencia de Livia, que apenas durmió, preocupada por el pequeño Don que lleva en su vientr
Último capítulo