CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO

Anna llegó temprano al hospital, quería ver a Karen, sabía que encontraría a Christian y estaría solo, había algo que él tenía que saber. Subió las escaleras hasta la planta donde se quedaba su amiga, se acercó a la habitación y se asomó por la puerta, Christian estaba dormido en la silla junto a ella, ¿debería despertarlo? Era probable que no volvieran a estar solos.

Se acercó a él y le tocó el brazo en un intento de despertarlo. Christian abrió los ojos de par en par y levantó la mirada, Anna lo estaba mirando, miró alrededor y recordó dónde se encontraba y por qué. Soltó aire, se incorporó y se frotó los ojos con la palma de sus manos.

—Buenos días—saludó ella suavemente como si tuviera miedo de despertar a alguien que ya estuviera despierto.

—Me quedé dormido. —la miró de nuevo—¿Qué hora es?

—Las siete. —contestó la chica. —Siento haberte despertado.

—No, no te preocupes—soltó un suspiro y luego miró a Karen allí en la cama, quieta, con los ojos cerrados. —Todavía no se despierta.
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