Cuando muere su padre, las leyes de las que ha estado huyendo desde que nació la encuentran. Ahora tendrá que atenerse a prohibiciones de una etnia que aunque ama, también desconoce. El amor no es libre aquí, mucho menos sin la aprobación de sus familiares y él no es alguien digno de ella. Claro que el primer amor no tiene que ser el último ¿O sí? Amara tendrá que luchar por ser libre y elegir su destino.
Leer másAARON MARTÍNEZ.Llego a casa. Mi hermana espera sobre mi cama viendo fotos de cuando éramos pequeños y de vez en cuando nos quedábamos meses en casa del abuelo. Cuando me ve entrar, de forma inmediata sonríe al verme sonreír a mí. — ¿Y? —Pregunta cruzándose de brazos. Deshago el nudo de la corbata, la dejo sobre la cama y me echo de espaldas en ella sin poder dejar de sonreír. Graciela me golpea el pecho una y otra vez con el dedo buscándome el punto débil para decirle todo lo que ha pasado. De pequeño me hacía cosquillas para conocer la verdad de cada trastada que hacía. — ¡Dime! Cojo aire, abro los ojos tras tenerlos unos segundos cerrados y la miro. — Me ha besado. —Le cuento y da un salto en la cama mostrando la felicidad que siente por mí y un enorme "te lo dije" se dibuja en sus ojos. — Todavía tengo esperanza.— Te dije que no podías rendirte. — ¿Y si solo lo ha hecho para hacerme sentir mejor? —Pregunto bajándome el ánimo. Me siento y suelto un suspiro. — Sabes lo que pa
AMARA CORTÉS.Mi abuelo no tiene piedad de mí. Parece como si hubiera estado esperando esto desde que llegué. Me agarra del pelo y me arrastra por las escaleras hasta soltarme brutalmente en mi habitación. Los gritos de mi madre se escuchan desde abajo pero nadie la deja subir. Él me observa mostrando el profundo desprecio que siente por mí, me doy cuenta de que no es la misma mirada que tenía el día que descubrió a Cora, a ella aún la miraba como su nieta pero a mí... a mí me mira como una desconocida y no, no me duele, yo a él nunca lo he querido como parte de mi familia, solo acepté mi destino y me resigné a obedecerlo. Vuelve a golpearme no una, si no varias veces. Por último me señala con el dedo y se dispone a decirme todo lo que tiene dentro.— Lo sé absolutamente todo. Ya sé que Aaron he encubrió para que no descubriera que en realidad estas enamorada de un tal Liam. —Bajo la cabeza. — ¡Dime quién es!No lo recuerda. Gracias a Dios no recuerda quien es Liam y tampoco que nues
AMARA CORTÉS.Nuestros labios permanecen juntos en un beso apasionado. Él aún sujetando mi cintura y yo todavía agarrándole el rostro. La verdad es que no tengo intención de arrepentirme de esto porque lo quería. No podía ser otra persona, nadie más merecía ser el dueño de mi primer beso más que él.Separamos los labios pero seguimos muy cerca el uno del otro. Aaron me mira esperando algo, tal vez un arrepentimiento por mi parte o una huida cobarde ¿Pero por qué tengo qué huir? Ni siquiera me lo he planteado. Fijo los ojos en sus ojos con un temblor que nunca antes había experimentado y una sensación en el pecho que puedo jurar que es adrenalina, una emoción nueva para mí y un sentimiento que nunca antes he sentido. No sé como manejar la situación y tampoco que decir al respecto, así que pienso en actuar de una manera normal ¿Por qué? Porque no solo es mi primer beso, también es con la persona que se ha ganado a pulso ser el primero. Es una persona increíble.— Amara. —Dice en un susu
AARON MARTÍNEZ. Aunque lo único que quiere es protegerme de mi padre, soy incapaz de comprender porqué sigue aferrándose a él como su única familia. Sé que el amor a veces te ciega tanto que no te permite ver los errores de la otra persona, pero toda madre debería querer a sus hijos más que a nadie en el mundo.— ¿Mamá? —Pregunto con un nudo en la garganta. — ¿Prefieres qué papá impida qué volvamos a verte?— Prefiero que deje de golpearte. —Responde entre lágrimas. — Necesito que te alejes como él te está pidiendo. La sonrisa satisfactoria de papá desata rabia en mí. Una rabia que me obliga a empujarlo y dirigirme a mamá con el corazón completamente roto, la voz desgarrada y los ojos llenos de lágrimas.— Eres mi madre, no puedes pedirme que te deje con un hombre que se emborracha todas las noches y te golpea cuando le place ¡Reacciona! —Suplico con su mano cogida— No quiero que la próxima vez que te vea sea en una caja.— Entiende que tu padre necesita ayuda —Pone la mano en mi ro
AMARA CORTÉS.A veces me olvido de quien es, de quien soy. Me olvido hasta de lo que siento y no siento remordimientos por ello. Aaron tiene magia, es una persona con la que no necesitas fingir una sonrisa porque es capaz de hacer todo, hasta lo imposible por provocarla en ti sin ni siquiera hacer un esfuerzo.— Me marcho, tengo que ir con los chicos a entrenar. Después vengo a recogerte. — Oye, ni siquiera me has preguntado. — Es cierto. Amara ¿Qué te parece si después d entrenar vengo a por ti? —Pregunta moviendo las manos de un modo muy gracioso. — Me parece bien. —Respondo sonriente.Introduce las manos en sus bolsillos, algo tímido y muy tierno. Nunca me había fijado pero cuando sonríe solamente se le dibuja en el rostro un hoyuelo, el otro es casi inexistente. — Te enviaré un mensaje. — Está bien. Vuelve a su coche. Lo espero hasta que se marcha y me vuelvo a sentar en el porche para terminar el capítulo del libro que estoy leyendo. Me resulta curioso todo lo que Aaron es
AARON MARTÍNEZ.Llego a casa de mi abuelo. Desde que mi padre me echó de casa estoy con él y con mi hermana Graciela. Ellos aún no saben por el momento que estoy pasando, tampoco que papá ha vuelto a recaer y que está comportándose como cuando éramos niños. Dejo las llaves sobre la mesa de la entrada, cojo algo de comer y lo llevo a mi habitación. Me paro a ver las fotografías que nos hemos hecho juntos y las observo durante unos minutos.— Aaron —Graciela abre la puerta interrumpiéndome— el abuelo dice que no has comido casi nada desde que llegaste.— Estoy bien. —Aseguro— Solo necesito descansar un poco y mañana comeré por tres, lo prometo. — Dime algo —Se sienta a mi lado— desde que estoy aquí hemos hablado muy poco y no me gusta nada que nos distanciemos. Éramos muy unidos, me contabas hasta cuando te daba plantón alguna chica. — Lo sé —Sonrío— éramos niños. La última vez que te conté algo fue cuando me gustaba aquella chica tan bonita ¿La recuerdas?— Si, la recuerdo, te enamo
Último capítulo