Henry se queda inmóvil ante la pantalla de su laptop.
Los archivos están ahí, abiertos uno por uno, como puñaladas. Correos electrónicos reenviados desde una cuenta oculta. Fotografías captadas por un paparazzi pagado. Audios entrecortados en los que se distingue su voz… y la de Camille.
Evidencias. Indiscutibles. Innegables. Camille lo manipuló. Lo usó todo el tiempo. Cuando él pensaba que ambos se entendían, cuando pensaba que había algún sentimiento entre ellos, ella solo lo estaba manipulando.
Camille filtró la historia. Ella pagó por las imágenes. Ella sobornó a su exjefe para poner a Isabella en el ojo del huracán.
Él sabía que ella era capaz de muchas cosas, pero no de esto. No de una jugada tan cruel, tan calculada, tan devastadora.
Se aparta de la pantalla como si quemara.
—Dios… —susurra, atónito.
Todo lo que creía controlar, todo lo que creyó compartir con Camille… era mentira.
Ella nunca quiso justicia. Solo venganza.
Cuando entra al departamento de Camille, la encuentra f