POV DE ALEXANDER

Me puse de pie y caminé hacia el escenario.

Nuestros ojos quedaron al mismo nivel y le sostuve la mirada mientras deslizaba las manos de sus rodillas al interior de sus muslos con los pulgares acercándose peligrosamente a su coño.

Lo hice otra vez, pero me animé a avanzar más, preguntándome si ella iba a permitírmelo, si la lujuria haría que se saltara las reglas del dinero.

Pasé los pulgares por sus pliegues, ella se estremeció y yo también porque, joder, sí que estaba mojada. Tan mojada que sabía que iba a poder meter la polla sin ninguna resistencia.

—¿Quieres meterme los dedos? —preguntó.

Asentí, separando sus pliegues con el pulgar, moviendo esa suave carne rosada para que su entrada quedara completamente al descubierto, rogando por dedos o por una polla.

—Te va a salir caro —dijo con malicia cogiéndome la mano.

—Eres buena negociando —exhalé. Estaba muy duro. A tres segundos de bajarme la cremallera y ocuparme del tema con mis propias manos.

Encontré el bill