Perspectiva del Dr. Elías Morel, psiquiatra principal a cargo de la observación de Camille Leclerc.
El informe clínico sobre la paciente Leclerc descansa sobre el escritorio, grueso y lleno de notas que no hacen más que confirmar lo que ya se evidencia en cada sesión: el deterioro progresivo y acelerado de una mente que ha cruzado el umbral de la realidad.
El Dr. Elías Morel entrelaza los dedos frente a sí, contempla la cámara de seguridad en su monitor y observa, en tiempo real, a la mujer que todos los periódicos llaman "la heredera caída".
Camille camina en círculos. Tiene la mirada vidriosa, el cabello sin peinar, y una delgadez nueva en el rostro.
Sus manos tiemblan con una energía constante, no nerviosa, sino como si algo dentro de ella palpitara sin cesar.
—No duerme desde hace cuatro noches completas —dice una enfermera desde la puerta—. Y no ha aceptado la medicación más que una vez desde que fue internada.
—Lo sé. Estoy observando.
—¿Deberíamos forzar la sedación esta noch