Jade se sentía extraña. Ya casi no recordaba cómo se sentía el frío sobre su piel, pero aquí estaba de nuevo, reviviendo el clima helado de Inglaterra, el cual le abrazó como un manto, apenas puso un pie fuera del avión.
Habían pasado cinco meses. Cinco meses desde que huyó de su país, cinco meses desde que supo que no solo llevaba una vida dentro de sí, sino tres.
Su vientre, para ese momento, ya era una curva bastante pronunciada que apenas podía ocultar bajo su abrigo holgado.
La idea de volver la había llenado de ansiedad durante todo el vuelo, el temor de encontrarse con Adriel era una sensación punzante. Una de la que no podía deshacerse tan fácilmente.
Sentía que su primera mirada sería de entero reclamo, que no tardaría en acortar la distancia y zarandearla para exigirle explicaciones, pero su madre le había convencido de que era seguro regresar. Aunque ella no estaba tan convencida de esto.
Al cruzar la puerta de llegadas, la visión de sus padres disipó gran parte de su mied