Los ojos de Jade se abrieron de par en par, buscando desesperadamente una señal de que aquello era una broma de mal gusto. De que realmente la dulce Gala no le estaba gritando a la cara palabras cargadas de resentimiento. Pero su arrebato seguía resonando en su cabeza, claro y contundente. Era una verdad callada por mucho tiempo, era el sufrimiento de su amiga y no podía minimizarlo ni ignorarlo. Por el contrario, debía de atenderlo.—Gala, no sabía que…—No, por supuesto que no sabías nada, Jade —se burló cínicamente, como si no fuera más que una chiquilla estúpida, incapaz de percatarse de los sentimientos de los demás—. Tampoco esperaría que lo supieras, cuando no eres más que una niñita que no hace otra cosa que pensar en sí misma. —No digas eso, Gala —susurró bajito, dolida, al encontrarse siendo el objeto de su furia. De una furia que llevaba congelada demasiado tiempo, guardada por años y que, justo ahora, salía convertida en todo un volcán al que no le importaba lo que se lle
En ese último mes, la rutina de Jade había sido bastante sencilla: asistir a la universidad, hacer ejercicio en casa con su amiga Gala y, en ese día, cumplir con la segunda visita del mes programada a sus padres.—¿Y cómo va tu matrimonio? —preguntó su madre, mirándola por encima de su taza de té.Ambas estaban sentadas en el jardín en una mesa redonda, una frente a la otra, disfrutando del lugar propicio para compartir confidencias y disfrutar de la tranquilidad de la naturaleza que las rodeaba.—Va todo bien, mamá —confesó y no mentía. Eso era completamente cierto.La joven no pudo evitar que una sonrisa cargada de recuerdos la invadiera de forma inesperada. Un rubor se extendió por sus mejillas hasta su cuello cuando recordó su rutina nocturna de ese último mes.Adriel había dejado de llegar tarde para estar presente en todas sus noches, cenaban juntos, se bañaban juntos y, hacían el amor como un par de animales.Jade no pudo evitar que su cerebro repitiera las vívidas imágenes de
—Hola, chicos —saludó Jade entrando a la oficina de sus hermanos. Se trataba de una oficina compartida. El escritorio era curvo con tres puestos, cada uno con su propio computador y artículos. Sin embargo, al entrar, descubrió una escena que distaba mucho de lo profesional del sitio. Los tres genios de la empresa Arison, estaban haciendo bolitas de papel y lanzándoselas los unos a los otros, como si fueran unos chiquillos de preescolar que nunca hubieran madurado.Así eran los chicos: alegres y juguetones.O al menos la mayoría del tiempo. Porque sí, tenían su momento de excesiva seriedad, pero aquellos instantes eran muy inusuales de presenciar.—¿Y a qué se debe el honor de que nuestra pequeña princesita haya decidido visitarnos? —fue Mateo, con su tono siempre jocoso, quien interrumpió el silencio.—No hay un motivo en específico. Solamente quería visitar a mis hermanos y ver cómo estaban las cosas por aquí —ingresó con lentitud a la oficina, aun a sabiendas de que estaba mintiend
—¿Dónde estuviste hoy?La pregunta de su esposo, sacó a Jade de sus más profundas cavilaciones. De alguna forma, seguía repitiendo en su mente los acontecimientos del día: la conversación con su madre, la visita a sus hermanos, su tarde de ejercicios con Gala.Así que le dio a Adriel un resumen general de todo lo sucedido.Su esposo la escuchó en silencio, como solía hacerlo, y luego hizo breves comentarios al respecto que incluían un: “no pueden obligarlos si no quieren”, “lo mejor será dejar que el tiempo lo decida”.Debía admitir que la mayoría del tiempo, Adriel era muy acertado en sus opiniones, por eso, siempre le había gustado compartir con él sus más íntimas experiencias.Él era bueno e inteligente.Y, en ese último mes, también había demostrado que era el mejor esposo de todos.—¿Y cómo estuvo tu día?Le resultó inevitable no estirar su mano para que estuviera al alcance de su marido. Le gustaba mucho cuando Adriel tomaba su mano y la acariciaba con dulzura para luego darle u
—Recuerden, en el cálculo de costos, cada decimal cuenta, cada porcentaje puede significar la diferencia entre el éxito y la bancarrota —concluyó su profesor con la voz firme, luego de una larga e interesante clase.Jade no era la mejor en cuanto a los números, pero debía reconocer que se esforzaba bastante en pasar la materia de costos y producción con una nota lo suficientemente aceptable. Después de todo, a pesar de que odiaba las matemáticas, era fan de su profesor. Un profesor que se veía más apuesto y gallardo que nunca.La chica se mordió el labio inferior y se apuró en recoger sus útiles. Luego de que sus amistades recurrentes la abandonaran, había sido la última en salir de todas las materias y esto era debido a su lentitud al momento de escribir las lecciones y al hecho de que ya no contaba con compañeros fieles a los cuales recurrir para que le prestaran sus apuntes.La mano de Jade se movió a gran velocidad y, para el momento en que dio por terminada su faena, suspiró con
El rostro de Jade perdió todo el color cuando comprobó con horror que habían sido descubiertos por Susana. Nicolás se separó de ella con premura al tiempo en que Jade intentaba huir de la escena, tratando en vano de que no se notara que habían estado a punto de besarse o, al menos, esperaba que Susana no se hubiera percatado de esto. Pero claro que estaba bastante equivocada, porque su ex amiga no tardó en alcanzarla y reclamarle al respecto. —No se suponía que estabas casada —le dio un empujón que la hizo chocar contra la pared más cercana. Jade se espantó al darse cuenta de que estaban atrayendo miradas, así que tomó el brazo de la chica y la llevó hasta un salón desocupado donde pudieran conversar con privacidad. —Susana, por favor… —le suplicó con vehemencia. No quería que todo el mundo se enterara de lo que estaba pasando; eso era algo que su reputación no soportaría. Y si por mala suerte llegaba a los oídos de su esposo, entonces estaría acabada.—¿Por favor, qué? —se soltó
—Tú —dijo el hombre con sorpresa, sin poder procesar del todo la inesperada presencia que se había materializado en su habitación de hospital.—Sí, yo —repuso Natalia con sarcasmo, porque ciertamente tampoco se esperaba que se encontrara años después, visitando a Roberto, pero para bien o para mal, ambos seguían manteniendo un lazo que los uniría por siempre y ese era sus hijos.—¿Qué haces aquí?—Los chicos no quieren verte —le dijo lo que ya resultaba bastante obvio, luego de tantos años de vivir ignorándolo.Roberto hizo una mueca y miró hacia la ventana.No necesitaba la lástima de Natalia. Eso estaba bastante claro.Luego de años encerrados en una cárcel, su corazón se había endurecido mucho al principio, había odiado con fervor a la madre de sus hijos y había odiado con fervor a Fabián, había culpado a todo el mundo de su infortunio, a todo el mundo menos a él: el principal culpable en realidad.Pero ciertamente encerrado en esas cuatro paredes, terminó reflexionando más profund
Luego del encuentro con Nicolás, Jade no quiso irse inmediatamente a su casa. Así que salió de la universidad y se dirigió al centro comercial más cercano, donde caminó sin rumbo por varias horas. Era de noche cuando regresó a la mansión Meier. Todo estaba en penumbra, notó la joven cuando cruzó la puerta de entrada. No logró visualizar a ninguno de los empleados del servicio, pero esto no le preocupó en lo absoluto, ya que, era algo habitual que Adriel los despechara temprano. La casa, la mayoría del tiempo, estaba sola para los dos...Jade sintió un estremecimiento de anticipación al darse cuenta de lo que esto significaba.Se imaginó participando en varias escenas candentes, todas ellas la implicaban a ella y a su esposo en posiciones muy comprometedoras, mientras disfrutaban de la pasión que embargaba sus cuerpos. La chica se mordió el labio inferior y se apresuró a subir las escaleras. Necesitaba darse un baño y estar completamente lista para cuando Adriel llegara de la ofici