Natalia deslizó su mano suavemente, liberándose finalmente del agarre de Fabián.
Los ojos del hombre no dejaban de observarla en ningún momento y de repente se comenzó a sentir muy acalorada por su abrasadora presencia.
Esto no era normal.
Se suponía que estaba disgustada con este hombre, pero tenía una capacidad increíble para hacer que olvidara su molestia y se concentrara en cosas mucho más ardientes.
Como el hecho de recordar que hacía unos pocos días lo había tenido lamiendo entre sus piernas.
Natalia negó, ofuscada, ante sus descarriados pensamientos.
No debería estar pensando en nada de eso.
Pero lo estaba.
Y le aterraba saberlo.
Sin embargo, Fabián no parecía tener la capacidad de leer su mente, así que podía salir bien librada de todo esto.
Afortunadamente.
Los niños rápidamente acapararon la atención del hombre, ocasionando que desviara la mirada y facilitándole un poco de sosiego.
Parecían tan necesitados de afecto paternal, que sintió una repentina punzada de dolor que apag