Mi hermano me llamaba «amor» y me enviaba dinero. Por lo que su novia, mi futura cuñada, pensó que yo era su amante y llegó con un grupo de sus familiares e irrumpieron en mi departamento recién remodelado. —¡Una chiquilla como tú, metiéndote en relaciones ajenas! Hoy te voy a dar la lección que tus padres debieron darte —me gritó—. Publicaré todo sobre ti en la red de la universidad, para que tus profesores y compañeros sepan qué clase de persona eres. Acto seguido, destrozaron mi departamento y me jalaron la ropa. Me colgaron mi credencial de estudiante y tomaron fotos de cómo me humillaban. Cuando mi hermano llegó, sus ojos ardían de furia. —¿Cómo se atreven a maltratar a mi hermana menor? ¿Acaso quieren que los mate?
Leer másDi un paso vacilante, pero una mano cálida me tomó y me sacó de la habitación.En el auto de regreso, Mario habló con dulzura: —Rafaela, no dejes que el chantaje moral de Fabiola te afecte. Nada de esto es tu culpa, sin importar el resultado.Asentí, dándole una sonrisa tranquilizadora.Fabiola consiguió libertad condicional por su embarazo, aunque sus parientes seguían detenidos.Días después, la policía llamó diciendo que la prima de Fabiola quería vernos.—Señor Flores, señorita Souza, quiero proponerles un trato —la streamer había adelgazado notablemente en pocos días.—¿Qué tienes para negociar? —Mario ni siquiera se molestó en mirarla.—Tengo información que podría resolver su mayor preocupación actual. Mi petición es simple: no me hagan responsable por los daños al departamento —su tono era urgente.Mario guardó silencio, y yo seguí su ejemplo.—Habla. Si la información vale la pena, aceptaré.La streamer habló con malicia: —El bebé que espera Fabiola no es del señor Flores.Mar
Confiaba plenamente en Mario.Hasta que ese día, mientras comíamos juntos, sonó su teléfono.—¿Qué? —sus cejas se fruncieron y su rostro se ensombreció—. Llévenla a hacer exámenes. Quiero resultados precisos.Después de colgar, permaneció en silencio por un largo rato.Imaginando que tenía que ver con Fabiola, pregunté: —¿Mario?—Fabiola... está embarazada —su voz era fría como el hielo.Me quedé paralizada. Fabiola esperaba un hijo de Mario. La noticia nos tomó completamente por sorpresa.Para ser honesta, no podía perdonar a Fabiola. No solo me había humillado, sino que había destruido la herencia de nuestros padres.Pero ahora llevaba al hijo de Mario, sangre de los Flores, mi futuro sobrino o sobrina.Podía ver el conflicto en los ojos de Mario.—Mario, el bebé es inocente —dije, aunque me dolía, la razón prevaleció.—No puede quedarse con el bebé —respondió Mario después de un largo silencio—. Si nace ese niño, nunca nos libraremos de ella.Era la primera vez que veía a Mario tan
Rodeada por todos, Fabiola estaba pálida como un fantasma, incapaz de articular palabra.Al ver su silencio, los demás se impacientaron y comenzaron a empujarla. Las mismas manos que me habían lastimado ahora caían sobre Fabiola, que se tambaleaba por los empujones.—¡Ya basta! ¡Yo dije que quería enfrentar a la amante, pero ustedes vinieron por su cuenta! ¡Solo querían aprovecharse de Mario! —Fabiola explotó bajo la presión.—¡Ustedes solo temían que Mario tuviera una amante y me dejara, perdiendo así sus beneficios! ¡Ahora quieren evadir responsabilidades, pero es tarde! ¡Si caigo, caeremos todos!—¡Además, cuando les pregunté cómo enfrentar a la amante, ¿no fueron ustedes quienes sugirieron las pancartas y el paseo de la vergüenza?!Sus palabras encendieron la furia de todos. El caos se desató instantáneamente.—¿Qué dices? ¿Ahora es nuestra culpa por ayudarte? ¡Malagradecida!—¿Nos culpas por ayudarte? ¡Maldita! ¡Cuando te metiste con Mario tampoco nos beneficiamos!—¡No nos echará
—Mario, perdóname... no sabía que era tu hermana. Te vi llamarla "amor" y mandarle dinero, pensé que era tu amante, por eso yo... —Fabiola suplicaba mientras veía cómo la policía se llevaba a sus familiares. Ignorando su tobillo sangrante, corrió hacia nosotros.—¿Crees que un simple "pensé mal" justifica el daño que le hiciste a mi hermana? Cualquier explicación que tengas, dásela a la policía —Mario me sostuvo y nos dio la vuelta para irnos. Fabiola intentó seguirnos, pero dos oficiales la detuvieron.La multitud, ignorando a la policía, no paraba de tomar fotos a Fabiola.Mario me compró ropa nueva y me llevó al hospital. Cuando vio los moretones en mi cuerpo, la hinchazón de los golpes y las marcas en mi estómago, se transformó en un león furioso.—Mario, ya no me duele tanto...Me abrazó con fuerza, su voz sonaba ahogada por la culpa: —Perdóname, Rafaela.—Destruyeron el departamento que decoré para ti, hicieron trizas la pintura y rompieron el recuerdo de mamá —las lágrimas comen
Por suerte, Mario era alto y su fría y sedosa chaqueta de traje me cubrió por completo, devolviéndome poco a poco la sensación de seguridad.—¿Cómo estás, Rafaela? ¿Dónde te duele? —me preguntó con preocupación.Estaba molesta porque había tardado en llegar, así que no le respondí. Cuando Fabiola me obligó a arrodillarme en el departamento, había logrado alcanzar mi teléfono y presionar el botón de contacto de emergencia. Mario era mi único contacto de emergencia; después de todo, era la única familia que me quedaba en este mundo.—Señor Flores, sospecho que solo está diciendo que es su hermana para proteger a su amante —la streamer, ignorando el peligro, seguía apuntándonos con su teléfono—. Esta mujer se llama Rafaela Souza, ni siquiera tienen el mismo apellido. Es imposible que sea su hermana.Mario la miró como si fuera una idiota.—Tú eres la prima de Fabiola. Tu padre tiene una pequeña fábrica de electrónicos.La streamer palideció instantáneamente, y los que estaban detrás de el
—Fabiola, por última vez, te suplico que lo entiendas: soy la hermana de sangre de Mario, y ese trofeo que sostienes entre tus manos es el último recuerdo que nos queda de nuestros padres. —Mi voz se quebró mientras hablaba, mientas mis ojos lucían enrojecidos por las lágrimas contenidas. En mi mente no dejaba de aparecer la imagen de mi madre, en sus últimos días, acariciando con sus manos temblorosas aquel precioso trofeo.—No me interesa tu historia. Solo responde una cosa: ¿te arrodillas o no? —me espetó con una mirada llena de desprecio y de superioridad.Tragué saliva con dificultad, intentando contener la ira que me consumía por dentro. Por el recuerdo de mi madre, lentamente, doblegué mi orgullo y mis rodillas tocaron el suelo.La streamer, emocionada por el momento, dirigió rápidamente su teléfono hacia mí, gritando: —¡Atención todos mis seguidores! ¡La amante está de rodillas! ¡Si quieren escucharla ladrar como el perro que es, denle like al directo y no olviden seguirme
Me quedé paralizada viendo cómo la obra maestra quedaba reducida a tiras.Después de eso, cuando Fabiola descubrió el piano de cien mil dólares, solo pude observar con frialdad cómo se acercaba a él, mirando fijamente la superficie, antes de pasar las manos por las teclas. Una melodía resonó en la habitación. Acto seguido, se giró hacia mí con el rostro desfigurado por la rabia, me agarró del pelo y comenzó a golpearme.—¡Perra! ¡Perra! Este es mi piano favorito. Mario me dijo que me lo compraría después, ¡pero está aquí contigo!Caí al suelo mientras sus tacones me pateaban una y otra vez, y me hice un ovillo instintivamente.Apretando los dientes, pensé en qué cara pondría esta arpía cuando supiera que estaba destruyendo su propia casa de recién casada, su propio piano. Aunque ya no los necesitaría: me juré que Fabiola jamás cruzaría la puerta de los Flores.—¿Les está gustando ver cómo la esposa legítima destruye a la amante?—¡No olviden su nombre: Rafaela Souza! ¡Búsquenla
La streamer agitaba mi credencial de estudiante con aires de triunfo.—¡Miren todos qué astuta es esta amante! No solo niega todo tras ser descubierta, sino que se atreve a decir que es la hermana del hombre con el que se mete —dijo, acercando mi credencial a la cámara—. Rafaela Souza, estudiante de segundo año de diseño. ¡Ni siquiera tienen el mismo apellido y se atreve a inventar semejante mentira!Me angustié al ver que estaba exponiendo mi información personal en internet. Intenté recuperar mi credencial, pero dos mujeres me sujetaron con fuerza.Fabiola, sintiéndose burlada, me abofeteó dos veces. Vi estrellas y sentí el sabor metálico de la sangre en mi boca.—Zorra, ¿cómo te atreves a engañarme? Te voy a destrozar —me amenazó mientras me sujetaban, evitando que pudiera defenderme.—¡Les digo que somos hermanos de verdad! —insistí. Pero nadie me creía. Estaban más interesadas en admirar la lujosa decoración del departamento.—Mario sí que no escatima en gastos contigo. Mi
Era época de exámenes finales y llegué al nuevo departamento de mi hermano Mario cargando mis libros, con la intención de estudiar en un ambiente tranquilo.Sin embargo, apenas había abierto mis libros cuando sonaron unos fuertes golpes en la puerta. Pensando que eran las plantas que había ordenado, abrí sin sospechar nada.—¡Miren todos! ¡Por fin conocemos la verdadera cara de la amante de Mario Flores! —exclamó una voz.Al abrir, casi me golpea en la cara un celular montado en un bastón para selfies, sostenido por una chica bajita y excesivamente maquillada. Detrás de ella había un grupo grande de personas.—¿Quiénes son ustedes? ¿Se equivocaron de departamento? —pregunté, frunciendo el ceño.No obstante, antes de que pudiera reaccionar, el grupo me empujó dentro del departamento.—Así que esta es la amante que mantiene el novio de Fabiola. Ni siquiera es tan bonita —comentaban las mujeres mientras me miraban con desprecio, haciéndome sentir muy incómoda.—¿Por qué están entra