—¡Más fuerte!
El grito de Ría solo logró motivarme más, di una patada defensiva en su abdomen que ella no se esperó haciéndola caer al suelo.
—Oh Dios, ¡Lo siento…!
Ella me miró para después sonreírme cuando se recuperó.
—Estoy muy orgullosa, Eleri. Vas por muy buen camino.
—Gracias.
Le sonreí de vuelta más tímida.
—Mañana te compensaré el tiempo perdido, gracias por dejarme ir a casa más temprano. Mi hermana debe estar por irse y me toca cuidar de mi hijo.
—No te preocupes Ría, para mañana quizás puedas traer a tu hijo. Le pediré a Jess que cuide de él mientras entrenamos.
—¡¿De verdad?! Eso es tan dulce de tu parte, sé que debo contratar una nueva niñera pero no me fío fácilmente de nadie. ¿Te gustan los niños? —me preguntó ella con curiosidad mientras preparaba su bolso.
De repente mi mente se desvió a unos pensamientos nada propios que me hicieron sentir un nudo en el estómago.
No he vuelto a sentir náuseas pero aún así no puedo dejar de pensar en la posibilidad de estar embarazad