Otra vez. Su tono, sus palabras, todo parecía estar culpándola a ella como si fuera la que estaba equivocada.
¿Pero no era natural que él cortara relaciones con otras mujeres?
El que estaba equivocado era él.
Estrella negó con la cabeza y habló con frialdad:
—Juan, realmente eres muy inmaduro. Desde el principio hasta el final nunca has entendido cuál es tu error. Jamás me has dado el respeto más básico. Tú y la gente que te rodea me tratan como si fuera tu mascota obediente, como la burla de sus reuniones cuando beben, me humillan hasta el suelo.
La sonrisa en las comisuras de la boca de Juan desapareció al instante, apretó fuertemente los labios.
—Solo era una broma, no sabía que—
—¿Una broma? —lo interrumpió, con sarcasmo frío, sus ojos se humedecieron—. ¿Soy acaso una persona tan despreciable? ¿Por qué debería ser el objeto de sus bromas?
Los ojos de Juan se llenaron de pánico momentáneamente:
—En el futuro no dejaré que hablen mal de ti.
Estrella negó con la cabeza y habló con fri