La administradora miró los fragmentos de vidrio esparcidos por el suelo con preocupación.
Estrella negó con la cabeza, forzando una sonrisa en su rostro:
—No es necesario, estoy bien. Gracias por llegar a tiempo.
—Es nuestro deber. Señorita Zelaya, en el futuro si se encuentra con alguien problemático como este, no abra la puerta, contacte directamente a la oficina de seguridad y alguien subirá a manejar la situación.
La administradora habló con gentileza.
Estrella asintió. Después de despedir a la administradora y cerrar la puerta, su cuerpo se desplomó sin fuerzas contra la puerta, se abrazó a sí misma y finalmente no pudo contener más las lágrimas, llorando con el cuerpo temblando.
¿Por qué? ¿Por qué la trataba así?
Juan fue sacado del complejo residencial por la seguridad. El señor nunca había sido tratado de esta manera, su rostro se puso lívido.
—Señor, por favor retírese, o tendremos que llamar a la policía.
El guardia habló sin expresión, incluso con algo de desprecio en sus oj