Mientras tanto, ese video también llegó a manos del abuelo de Gabriel.
—¿Esa es la mujer que le gusta a Gabriel? ¿Por ella es que no quiso casarse con la señorita Pietro?
El hombre que había estado a su lado durante años bajó la cabeza con respeto.
—Así es.
Don Hester se rió.
—¿Qué criterio es ese? No me sorprende… no está al mismo nivel de su tío.
Gabriel tenía talento, sí, pero Benoît, a esa edad, ya había llevado a los López a ser la familia más rica de Lunavista. Gabriel no podía competir con él ni en capacidad ni en nada.
El hombre siguió ahí, callado como siempre.
—Si por lo menos fuera uno de los nuestros… ¡ni ganas me daría de verlo! —gruñó don Hester, golpeando el bastón contra el piso.
La familia Hester se había hecho de dinero con casinos, un negocio bastante sucio, así que tenían muchos enemigos.
Don Hester tuvo tres hijos y una hija, pero con el tiempo, sus hijos murieron, y no tenía nietos. Solo quedaba Gabriel, el hijo de su hija ya fallecida. Aunque era prometedor, tení