Justo cuando David estaba a punto de decir algo, Luna entró, furiosa.
—Esmeralda, ¿cómo puedes ser tan desalmada? David resultó gravemente herido por salvarte, ¡y tú ni siquiera fuiste a verlo ni una sola vez! ¡Y ahora lo tratas así!
Luego, tomó a David del brazo y le dijo con voz entre cortada:
—David, ¡no le ruegues más! Si ella quiere divorciarse, ¡pues divórciate y ya está! ¡Una bruja como ella no tiene amor en su corazón!
—Si de verdad te amara, ¡jamás te trataría así!
No se podía negar…
Luna sí que conocía bien a David.
Habían crecido juntos, después de todo. Tanto en su juventud como en su versión adulta, ella siempre supo qué decir para lastimarlo. Siempre encontraba la manera de hacer que David dudara de mí. Que se preguntara si yo en verdad lo amaba. Si de verdad lo quería, ¿cómo podía ser tan cruel con él?
Cuando vi que David me miraba con esos ojos llenos de inseguridad, preguntándose si realmente lo amé alguna vez…
No pude evitar reír.
Si alguien dijera que