Capítulo 38 Nunca te quiso

La sorpresa por la aparición de Samantha había caído como balde de agua helada no solo en Javier y su familia, si no también en la propia familia de la joven. Para algunos fue algo bueno para otros lo peor que pudo haber pasado, un castigo de la vida. Ese era el caso de Luciana.

—¡No puedo creer que esa estúpida haya vuelto! —espetó con desprecio frente a sus padres—¿No estaba muerta o algo así?

Gustavo frunció el ceño y posó una mano sobre el hombro de su esposa, Elena, que permanecía sentada en el amplio sofá blanco del living.

—Por favor, Luciana... no digas eso —pidió la mujer con voz suave—. Que tu prima haya regresado es una bendición. Al fin la familia está reunida, como siempre debió ser.

Elena Peralta era todo lo que su hija no: sensible, compasiva y ajena a la frivolidad. Había intentado inculcarle esos valores a Luciana, pero el exceso de mimos y complacencias de Gustavo la habían convertido en una joven caprichosa y competitiva.

La mujer había tenido una entrañable amistad
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