POV : Tercera persona
La gran puerta principal de la mansión Foster se abrió con un sonido fuerte. Eusebio fue quien la abrió, mirando con frialdad al hombre que tenía delante.
—¿Dónde está mi hermano? —preguntó Jamez, entrando como si la casa fuera suya.
—El señor Foster está... —intentó responder Eusebio, pero fue interrumpido por un grito que venía desde adentro.
Eran gritos fuertes, dolorosos, como si alguien estuviera sufriendo muchísimo.
Jamez sonrió de lado, con una expresión burlona.
—No digas nada —murmuró, con esa mirada astuta—. Ya sé dónde está.
Caminó sin prisa por el pasillo, abrió una puerta oculta y bajó por unas escaleras. A cada paso, los gritos se escuchaban más intensos. El olor a sangre lo golpeó en la cara y lo hizo fruncir la nariz, aunque su sonrisa no desapareció.
Y entonces lo vio.
Ahí estaba Credence , en medio de la oscuridad.
Su figura era imponente. Su torso estaba desnudo y cubierto de sangre. Se veía fuerte, violento. En su mano tenía una barra de hier