Desperté con una sensación extraña en el pecho. Como si algo invisible me apretara por dentro. Mis párpados pesaban, y me costó abrir los ojos. Todo era blanco… frío… silencioso. El pitido constante de una máquina fue lo primero que escuché.
Cuando por fin pude enfocar la vista, me di cuenta de que estaba conectada a varios aparatos. Sentía agujas en mis brazos, cables pegados a mi piel, una bata de hospital reemplazando mi ropa, y una soledad tan enorme que me calaba hasta los huesos.
Estaba sola.
En una habitación de hospital.
Y entonces… recordé.
Todo.
La sala de póker. La burla en sus ojos . El vino derramado. Las risas de los demás. Jamez tocándome sin permiso. Serenithy disfrutando de mi vergüenza. Y luego… él.
Credence.
Su mirada llena de rabia. Sus manos en mi cuello. Sus palabras. Sus gritos. Su abuso.
Me usó.
Me arrojó como basura a la calle.
Sentí una punzada tan fuerte en el pecho que por un momento pensé que iba a desmayarme otra vez. Cerré los ojos, y una lágrima resbal