Dominic:
—La cita con los aspirantes para asistentes jurídicos llegarán mañana señor.
—Perfecto, coordina todo para mañana —le dije sin mirarla—, cancela la reunión de la tarde, saldré y no tendré tiempo de reunirme con el señor Daniels, dile que mañana me reuno con el.
—Si señor, permiso.
Mi secretaria salió de la oficina. Por lo pronto yo termine mis pendientes. En dos dias tendria un juicio y ya estaba todo preparado para ello.
En linea supe de una exposición nueva que se llevaría a cabo en una galería pequeña en la ciudad. El artista era anónimo así que estaría presente en dicha exposición.
Soy amante del arte y todo lo que tenga que ver con ello y casi siempre estoy buscando por redes cualquier exposición de artistas pocos conocidos o nuevos, siempre he pensado en innovar y conocer cosas nuevas con respecto al arte.
A cada galería a la que voy, compro un cuadro o dos, siempre y cuando me guste y capte mi atención. En mi casa tengo una colección de cuadros de artistas pequeños y poco conocidos. Siempre que quiero trabajar me quedo dentro de mi colección para sentirme el calma.
—Hermano —Peter entró a mi oficina, yo me puse de pie para ir a abrazarlo.
—Joder Peter —sonreí— ¿cuando llegaste?
—Ayer pero quería darte la sorpresa —sonrió— Tenemos mucho de que hablar.
—Por supuesto —lo guié hacia el sofá.
Peter es mi hermano mayor, me lleva doce años. Su padre se casó con mi madre cuando éramos niños y desde entonces somos unidos. Es mi hermano y mi mejor amigo.
Comenzamos a ponernos al dia, se habia ido de viajes de negocios por dos meses y estábamos sin hablarnos durante todo ese tiempo.
(...)
Peter y yo nos pusimos al dia con todo. Para mi era muy agradable hablar con mi hermano, lo escuchaba hablar de su viaje, sobre cómo iba su matrimonio y como iba mi sobrino en la universidad. Mi sobrino tiene veintidós años y estudia leyes. En la familia el legado de las leyes es algo que siempre se ha visto en la familia.
Yo, tengo mi propia firma de abogados, una de las mejores firmas del estado siguiendo la de mi hermano. Por supuesto que para nosotros esto no es competencia ya que su firma y la mía son de temas distintos.
Peter es abogado de familia y todo lo que tenga que ver con el divorcio. Yo, soy penalista. A veces represento el estado de manera independiente para víctimas que no tienen como pagar un abogado asi que ofrezco mis servicios.
Tome mi saco y las llaves de mi auto para salir de la oficina. En media hora comenzaba la exposición a la que iría. Aún tenía tiempo de llegar.
Subí a mi auto, me sentía con ánimos de salir y eso es extraño viniendo de mi ya que detesto mucho las salidas y la ruidosa ciudad. Soy mas de estar encerrado y en calma.
No pasó demasiado tiempo cuando llegue a la dirección de la exposición, deje mi auto estacionado y baje, me coloqué el abrigo encima ya que el clima de Washington es un poco frio.
Cuando estuve en la puerta me sentí como un tonto, además de estar fuera de lugar al ver todos estos muchachos jóvenes. Aun así entre, lo primero que me recibió la baja música de alguna banda que desconocía por completo.
Comencé a caminar por todo el lugar, debo admitir que es la primera vez que estaba en un lugar como este. Habían muchos jóvenes, tampoco es que estoy viejo ¿no? Pero me siento un poco fuera de lugar, además de que todos vestían como hippies y yo con un traje demasiado formal.
Recibí la copa de champán del chico y se lo agradecí.
De venir a exposiciones de artistas desconocidos me gustaba el hecho de que no sabía con que me iba a encontrar. Y el artista de estas pinturas tiene mucho talento. A pesar de que nadie veía las piezas colgadas en la pared, yo si pude admirar cada una de ellas.
En especial una que llamó mi completa atención. Me acerqué más a la pintura para admirar cada trazo que había en ella. No era un simple ojo, era mucho más que eso, reflejaba la soledad y no pude sentirme más identificado.
—Hermoso ¿no lo cree?
Mire a mi derecha, una chica estaba parada a mi lado. Su vista se fue hacia mi y me sonrió. No habia nada mas llamativo que su vestimenta. Ni siquiera sabría como describirla.
—¿Qué opina de la pintura?
—Pues —miré la mencionada—, que refleja un enorme sentimiento. La soledad.
—Vaya, es la primera persona que logra comprender lo que transmite la pintura —se puso la mano en la barbilla—, nadie lo ha hecho.
—Me alegra escuchar eso.
—Amelie —extendió su mano hacia mi, no pude evitar ver la cantidad de pulseras que tenía en la muñeca.
—Dominic —la estreché.
—Un placer Dominic...
Volví a mirar la pintura para seguir admirando dicho sentimiento. No soy pintor ni nada por el estilo, pero reconozco a un artista cuando lo veo. En la esquina de la pintura estaba la firma del artista, mi ceño se frunce al ver que era una simple nota musical, una Clave de Fa para ser más claro.
Me parece algo único e intrigante por que no había un nombre, solo eso.
—Discul...—la chica que estaba a mi lado se había ido.
Mire hacia los lados pero ella no estaba. Caminé un poco más pero ella no estaba por ningún lado, mi atención se fue hacia un chico rubio que estaba hablando con algunas personas, el decía en voz alta que era el manager del artista, así que me acerque a el.
—Disculpa —el chico me miro— ¿Eres el manager del artista?
—Así es —se acercó un poco mas a mi—, Damon —estrechó mi mano.
—Dominic ¿podría hablar con el artista?
—Lo siento amigo, pero el artista le gusta mantenerse en el anonimato.
—Es una lástima, quería conocerlo, felicitarlo y comprar uno de sus cuadros..
—¿Le interesa uno de estos? —lo preguntó como si fuese algo extraño.
—Asi es, soy coleccionista y estoy interesado en un cuadro de los que están aquí, solo uno.
—¿Y cual es? —señalé el cuadro y el chico lo miró.
—¿Cuánto cuesta el cuadro?
—Tres mil —sonrió de lado.
—Perfecto —se le borró la sonrisa—, me lo llevaré.
—¿D-De verdad se lo llevará?
—Si, le dije que me interesa el cuadro, quiero llevármelo.
—Claro que si —sonrió ampliamente.
—Quiero el cuadro en esta dirección mañana —entregué mi tarjeta—, lo quiero tal y como está en la pared, mañana mismo pagaré por el.
—Con gusto, estará el cuadro en su casa mañana a primera hora.
—A las nueve de la mañana.
El asintió, yo deje la copa en una de las mesas y camine hacia la salida. No hacía falta ver otro cuadro, no cuando apareció el que quería y el que se llevo mi total atención.
(...)
A la mañana siguiente.
Estire un poco mi cuerpo, mire el reloj en mi mesa, esta vez me Levanté cinco minutos antes de que sonara la alarma, eso me molestaba por que ya mi cuerpo y mente está acostumbrada a los horarios de la mañana y yo, quería dormir un poco más.
Mi rutina diaria era medida, calculada y la llevaba a cabo con cuidado. Desayunaba ligero, leia el periodico, hacía ejercicio. Lo que cualquier hombre a mi edad haría, o eso pensaba.
Por lo general, mi vida social no era la más interesante, mis gustos eran distintos a las personas que me rodeaban, lo mío era el arte, la música, la tranquilidad. Nada comparado a lo de los jóvenes.
A veces me rio de mi mismo por llamar a los demás jóvenes y yo considerarme un viejo, cuando ni siquiera llego a los cuarenta.
Aunque solo me faltan dos años para eso.
Mis pocos conocidos están casados, con hijos que son unos adultos. Muchos de ellos me recomiendan casarme pero ya pase por esa etapa y honestamente solo me importa trabajar y esperar llegar a la vejez para poder morirme en paz.
A veces me acomplejo o como muchos le dicen: La crisis de los treinta. Ya que aun y a pesar de mi edad, me gusta cuidarme, no se si es por que me da algo de pánico la vejez o simplemente por que me gusta sentirme bien.
Bajé las escaleras de la casa para ir a la cocina, yo vivo solo y la casa se mantiene limpia pero alguien viene a limpiar una o dos veces al mes. La casa parece un palacio ya que yo mismo la mande a remodelar a mi gusto, digamos que soy un poco anticuado y las cosas antiguas son lo mio completamente.
Poseo un piano de cola que no toco desde hace unos cuantos años, un jardín de rosas y gardenias que me gusta cuidar. Al igual que antiguedades que adornan toda la casa, como dice mi hermano, mi casa parece un museo.
Dejé que la cafetera hiciera su trabajo y camine hacia la puerta ya que sonó el timbre dos veces. Al abrir una cabellera castaña estaba frente a mi, luego volteó.
—¡Oh! Dominic —alzó las cejas sorprendida.
—Amelie ¿como..?
—Espera ¿tu compraste el cuadro? —me señalo y le asentí— ¡No lo puedo creer! —se tapó la boca— ¡Compraste mi cuadro! ¿Sabes lo contenta que estoy por eso?
—Un momento... Tu eres el artista ¿tu lo pintaste?
—¿Te sorprende que una mujer lo pinte? —se cruzó de brazos.
—No, nada que ver pero, literalmente te tenía al lado anoche, el chico me dijo que el artista quería ser anónimo.
—Bueno, era mi primera exposición —hizo una mueca—, si no vendía nada al menos la pena seria anónima. Además tenía que conocer a la persona que compró mi primer cuadro por tres mil dólares —dijo con obviedad.
—Pasa por favor...
Me hice a un lado y ella entró a mi casa, hasta ahora noto que trae el cuadro envuelto en papel.
—Esto es increíble —la escuché susurrar.
—Entonces eres la que pintó todos aquellos cuadros —me miró.
—Si, me presento formalmente Amelie Leonard —extendió su mano.
—Dominic DeLacroix —la estreché.
—Vaya, que apellido tan elegante —rió—, pero no demos mas vueltas señor DeLacroix, aquí tiene su cuadro.
Lo tomé entre mis manos y lo lleve hacia la sala, ella me siguió en silencio. Dejé el cuadro en el caballete que deje anoche y poco a poco comencé a abrirlo. Quería verificar por mi mismo si era el mismo cuadro que vi ayer en la galería.
Era precioso sin duda alguna, es una de mis mejores inversiones.
—Esta perfecto —la miré— ¿deseas el pago en cheque o transferencia bancaria?
—Bueno... ¿Le molestaria si es en efectivo?
—¿Efectivo? —fruncí el ceño.
—Si —se acerco a mi y se inclinó para susurrar:— Es que no poseo cuenta bancaria.
—Entiendo —ella sonrió—, pero no creo que tenga tres mil en efectivo justo ahora. Ya regreso.
Caminé hacia mi despacho que estaba al final del pasillo de la casa. Busqué en mi caja y si, si tenía los tres mil pero me parece extraño que ella no tenga cuenta bancaria. Tomé el dinero, aunque solo la mitad.
Al llegar a la sala ella estaba parada mirando la pintura que estaba encima de mi chimenea.
—¿Te gusta ese cuadro?
—Es un paisaje hermoso, es de Trent Hong.
—¿Lo conoces?
—Es de los pocos pintores que me gustan —me miró—, aunque es poco conocido.
Sonreí ante lo que dijo. Hong es poco conocido en el arte realista. Me alegra saber que alguien más lo haya reconocido.
—Ten —le di el dinero—, es la mitad del dinero, puedes volver después por lo demás.
—¿Como se que no me estafará? —entrecerró sus ojos.
—¿Tengo cara de ser estafador?
—Bueno, recién lo conozco.. No se sabe.
—En ese caso —busque un bolígrafo y anote mi teléfono en un papel—, ten, es mi número personal, además ya sabes donde vivo. Puedes venir en un par de días por el resto del dinero.
—Bueno —lo guardó en su pantalón y el dinero en su pequeño bolso—, lo estaré llamando, es mejor asegurar el dinero.
—Por supuesto... Por cierto, tienes mucho talento Amelie, espero volver a ver tus pinturas.
—Si las compra, quizá —dijo, pero noté el tono bromista.
—Deja que llame a un taxi, irte con ese dinero es peligroso.
—No se preocupe que no vine sola —sonrió y luego se acercó a mi—, gracias por comprar mi cuadro señor DeLacroix.
Caminamos hacia la puerta, le abrí y ella comenzó a caminar hacia un auto que estaba afuera.
—¡Adiós señor DeLacroix! —alzó la voz y su mano para despedirse.