Mientras le hablaba tratando de tranquilizarla y dirigir sus agresiones hacia sí misma, no paraba de voltear a su alrededor en busca de algo que le ayudase a defenderse; pues sabia no podría mantenerla en control por mucho más tiempo.
Entonces de pronto recordó que esa mañana se había sentido un tanto dolorida y se había puesto la faja ortopédica que el médico le había recomendado, misma que tenía unas varillas para ayudarla a mantener una mejor postura. Estas podían sacarse para su lavado y si tenía cuidado de no ser descubierta podía sacar una de estas para tratar de defenderse, sólo tenía que mantenerla ocupada algún tiempo más.
—Solo esperó que no estemos en una casa que se ligue a ti o a tu familia, porque de ser así tendrás que ser más inteligente y moverme... —le recomendó.
—Te escuchó —le dijo Barbara, cayendo en su treta.
—Cuando me hayas matado limpiaras todas las huellas que hayas dejado y volverás a la ciudad. Supongo que para entonces ya todos deberán estar enterados de m