A la mañana siguiente, Oliver despertó muy temprano como de costumbre. Estaba descansado, se sentía mejor que en días y es que usualmente solía despertarlo el llanto del bebé al menos dos veces cada noche, mismas en que acudía a ayudar a Emma con él. Fue entonces que reparo en que ya había amanecido y no había oído nada, más lo atribuyó solo al cansancio. Creyó que había caído en un sueño tan profundo que no escucho nada y por eso mismo no se preocupó, tomándose su tiempo para alistarse.
Una vez estuvo preparado y dado qué aun no escuchaba ruido en el cuarto contiguo se inquietó; así qué decidió ir a ver lo que pasaba. Tomo su bastón y se dirigió hacia haya, encontrándose con que el cuarto estaba vacío; lo cual le extraño, mas no demasiado y es que bien podían estar abajo. Con eso en mente, bajo al primer piso y la buscó por toda la casa, pero lo hizo sin resultado alguno. Fue entonces que se dio cuenta de que algo grave sucedía, no podía tomarlo más con calma.
Entre gritos despierto