Tercera parte de Destiny. Borja alejó a Laura cuando se dio cuenta de que la relación se había vuelto demasiado formal para lo que estaba acostumbrado y ella se refugió en su mejor amigo, lo que hizo que los celos de Borja aflorasen y se diese cuenta de lo que había perdido. Volvió a por ella, pero ya era tarde. Pero ... él está decidido a recuperarla. ¿Lo logrará?
Leer másLas cosas nunca son lo que parecen, y yo lo había comprobado, con creces, a lo largo de mi vida, y esa vez, no fue la excepción. A pesar de que me sentía devastada, triste por lo que dejaba atrás, no pude evitar sentirme mucho mejor, al darme cuenta de que muchas cosas buenas llegaron después de ello. Esto me hizo darme cuenta de algo, detrás de algo malo, llegan miles de cosas maravillosas, que hace que encuentres sentido a todo lo que parecía que no lo tenía. A veces, hay que sufrir para encontrar el camino.
Y eso fue lo que pasó, las cosas mejoraron y en tan sólo un par de meses, Salva y yo volvimos a estar como siempre, como dos grandes e inseparables amigos, logrando que nuestra relación fuese incluso mejor de lo que nunca hubiese sido.
Incluso me sentía con ganas de arreglar las cosas con Marta, ya no tenía miedo a su rechazo, a aclarar las cosas con ella, pues el respaldo de Salva me ayudaba muchísimo a enfrentarme a las cosas.
Lo cierto es que desde que Salva y yo volvimos a hablarnos de esa manera especial, de nuevo, nos convertimos pronto en los tres mosqueteros, como al principio. Alfonso, Salva y yo. Aunque como digo, las cosas aún estaban un poco tensas con Marta, por lo que no podíamos ser los 4 inseparables.
Esa quizás era la razón principal de que Sonia, su novia, no dejase de montarle escenas de celos cada vez que quedábamos juntos. Comprendía perfectamente su punto de vista, ella debía de sentirse desplazada pues antes Sonia era el centro de atención, y en aquel momento él tenía más opciones. Eso me hizo replantearme la situación, quizás debía alejarme de él, pues no quería estropear su relación, pero por una vez en mi vida, quise ser algo egoísta, y pensar sólo en mí.
En cuanto a Borja… eso es harina de otro costal. Las cosas estaban más tensas que de costumbre entre nosotros, evitábamos mirarnos, quedarnos a solas en la misma habitación, y por supuesto, ni hablar tengo de su actitud conmigo, volvía a ser el capullo que era con todos los de la oficina, exceptuando a su hermano.
Aquel sábado estaba realmente exhausta, después de una larga mañana en el trabajo, había sido realmente agotadora, pues estábamos en la época de divorcios, y todo el mundo llamaba para pedir cita y solicitar presupuestos. El teléfono no dejó de sonar en toda la mañana.
Miré hacia el despacho de mi jefe, justo cuando me ponía el pañuelo en el cuello y me preparaba pasa salir de la oficina. Hacía como una hora que se había marchado y aún podía recordar los gemidos de su cita de las doce, mientras él la hacía suya sobre el escritorio.
Negué con la cabeza, intentando alejar cualquier pensamiento de mi mente. Debía comportarme como una simple secretaria, aquello no debía afectarme, ¿verdad?
Caminé hacia el ascensor, dejando nuestro departamento atrás, adentrándome en el largo pasillo, alejándome más y más. A cada paso que daba sentía que iba dejando más y más lejos a Borja, os mentiría si os dijese que no dolía, pero debía hacerlo. Engancharme de un tío como él no era una buena idea.
Entré en el ascensor, pulsé la planta inferior, y limpié la lágrima que acababa de escabullirse por mi mejilla izquierda, sonriendo hacia la nada, intentando fingir que todo estaba bien, asegurándome a mí misma que lo estaba.
Las puertas del ascensor se abrieron y salí de este con prisas, para luego abrir la gran puerta de la calle, dispuesta a abandonar el edificio pronto, pero me quedé sorprendida al verle allí, frente a mí, a tan sólo unos diez metros, encendiéndose un cigarro, mientras apoyaba su espalda sobre la farola.
Por un momento sentí una extraña sensación, cómo si se detuviese el tiempo, cómo si sólo estuviésemos él y yo, como si el mundo se hubiese puesto de acuerdo para detener el tiempo en ese justo instante, para que yo pudiese observarle. Pero, tan pronto como él levantó la vista, quitándose el cigarro de la boca, girando la cabeza, quedándose sorprendido al encontrarme allí, observándole, salí de mi ensoñación.
Bajé la cabeza, intentando mantener la calma, y caminé hacia él, o al menos, eso dejé que creyese, pues tan pronto como llegué hasta él, seguí caminando, para luego levantar la mano hacia un taxi libre que pasaba por allí, y montarme en el acto, pues tenía un lugar al que acudir.
Tan sólo éramos como dos desconocidos él y yo, como si nunca me hubiese acostado con él, como si nunca hubiésemos sido amigos, como si lo hubiésemos olvidado todo.
Me monté en el auto y dejé que este me condujese hacia la nueva galería de arte que se inauguraba en el centro.
Aquella noche, estábamos en la nueva galería de arte en la que Alfonso había invertido, éramos sus invitados de honor, bebíamos vino y brindábamos por la nueva artista que Fonsi había encontrado, parecía ser una chica con bastante talento en el arte, pues lo reflejaba muy bien en sus pinturas.
Salva agarró mi mano, obligándole a mirar hacia él, a espaldas de Marta y Fonsi. Le sonreí con calma, haciendo que él lo hiciese también.
Alfonso abrazó a su amigo, y este pareció sentirse un poco mejor al ser reconfortado de aquella manera.
El resto de la noche fue bien, aunque él y yo apenas hablamos, tan sólo nos miramos, aunque no demasiado. Creo que ambos nos sentíamos incómodos de volver a vernos fuera del trabajo.
Volvía del baño cuando le vi, observando una escultura abstracta sobre la soledad y me acerqué despacio, aun sabiendo que no era lo apropiado.
Sonreí, tenuemente, tan pronto como me di cuenta de lo que ocurría. Él pensaba que había algo entre mi mejor amigo y yo. Empecé a comprender su distanciamiento en ese justo momento.
Alfonso y Marta me encontraron en la puerta de la discoteca justo cuando iban a volver a entrar.Os estaba buscando – mentí, observando como ellos asentían - ¿dónde está Borja?Se ha largado – respondió Marta, enfadada, para luego dirigir una mirada acusatoria a mi amigo, y entrar en la discoteca de nuevo. Miré hacia mi amigo, en busca de respuestas.Borja estaba al fondo de la discoteca cuando hemos entrado – comenzó mi amigo, contándome aquello que desconocía – estaba completamente borracho cuando he llegado hasta él, pero estaba hablando con un tipo al que no conocía de nada sobre algo, y entonces, cuando he llegado hasta ellos, Borja se ha enfadado por algo que el tipo ha dicho y le ha pegado un puñetazo – explicaba – he intentado separarlos, pero el imbé
Lo cierto es que pasé los peores días de mi vida, no salí de la habitación en todo aquel enorme puente, y mis amigos no dejaron de intentar que saliese, pero la verdad es que no quise hacerlo, no quería más preguntas, porque no tenía absolutamente ninguna excusa que poner al respecto. Ni siquiera comí, no tenía ni un poco de apetito, tan sólo miraba el móvil, a diario esperando a que contestase, pero él nunca lo hizo.La puerta se abrió, de golpe, el último día de mi confinamiento, cuando era más que obvio que tendría que ir a trabajar y no sabía como enfrentaría la situación. No tenía ni idea de cómo haría al mirarle a los ojos y no ver absolutamente nada de él en ellos.Alfonso y Marta entraron y yo ni siquiera me inmuté, seguí tumbada sobre la cama, a escasos centíme
Me encontraba allí, frente a su casa, justo después de haber cogido un taxi, dejándome un dineral en él, sin saber si debía entrar o volver a gastarme otro dineral de vuelta a casa, sin tan siquiera haber hablado con aquello con él. Porque, aunque una parte de mí necesitaba hablar sobre ello, la otra tan sólo quería huir, hacer como si no lo supiese, seguir en aquella relación con él, porque me aterraba perderle, me aterraba que no pudiésemos superar aquello.Llamé al timbre, armándome de valor, encontrándome de frente con él, y no lo había esperado, pues pensaba que Manu sería el que me abriría. Perdió su sonrisa tan pronto como me miró y supo que algo ocurría.Pasa – me dijo, invitándome a entrar en la casa, para luego fijarme en sus ropas, estaba demasiado bien vestido como para est
No volví a saber nada de él en todo el día, y yo pasé uno de los peores días de toda mi vida, pues ninguno de mis amigos dejó el tema dónde yo quería dejarlo, al contrario, no dejaron de insistir sobre saber mucho más de él. Por lo que al final terminé dando un paseo por la calle, sola y cansada de todo aquello, de que las cosas siempre se estropeasen, de que nunca pudiese tener un momento de paz, ni siquiera cuando parecía que las cosas comenzaban a ir bien.No podía parar de recordar aquel maravilloso viaje, a él, lo atento que fue conmigo, cada una de sus palabras, la forma en la que me demostraba lo que sentía por mí, a pesar de no poder decirlo abiertamente, no al menos de decir esas dos palabras que tanto miedo le daba.Agarré ese anillo que representaba su corazón, y lo mantuve entre mis dedos un poco más, mientras pe
El viaje de regreso a casa fue tranquilo, aunque un poco duro para mí, porque aún no quería irme, sabia que dejaba muchas cosas por visitar de la ciudad, además de que no podría salir a pasear con Borja, con tranquilidad, pues aún no quería que nadie más se metiese en nuestra relación, no quería que nadie hiciese preguntas, que opinasen al respecto creando miles de dudas en mí, tan sólo quería huir un poco más.Soltó mi mano tan pronto como salimos del aeropuerto, y me abrió la puerta para que entrase. Se había convertido en todo un caballero en los últimos días. Sonreí y luego entré, observándole cerrar la puerta tras de mí, para luego rodear el auto y subirse en su lugar.¿Te importa si te dejo en el parque? – preguntó, cuando estábamos cerca de mi barrio –
Me pasé el día recorriendo el barrio del que os hablé en el capítulo anterior, era sencillamente precioso, el ambiente, sus gentes, el estilo de las cafeterías y las calles abarrotadas de turismo, los vendedores ambulantes, los pintores a pie de calle vendiendo sus obras, incluso me dejé retratar por uno y le compré dicha pintura, que tenía un toque al estilo Van Gogh, muy bonito.Al llegar la hora de la comida, Borja me avisó de que la reunión se había alargado, y que almorzarían juntos, para luego terminar de cerrar los últimos puntos de esta. Así que me compré un par de bocadillos, y me marché en metro hacia el centro, para volver al mismo lugar en el que estuve el día anterior. Bordeé el Sena, cruzando por puentes realmente bellos, como el puente nuevo, el puente de las almas o Le pont neuf, mientras me comía los bocadillos y m
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