5 - Nunca digas nunca.
Mi teléfono comenzó a sonar, haciendo que perdiese la sonrisa, y lo agarrase, pues estaba sobre la mesa del salón, casi me pongo a saltar como una imbécil al leer en la pantalla que era él el que me llamaba.
- Hola – contesté, como una idiota, al escuchar su voz al otro lado del teléfono, llamándome. Lucía tan patética, que sé que Marta se dio cuenta de que algo sucedía conmigo.
- Paso a por ti en una hora – me dijo, haciendo que una sonrisa tonta se dibujase en mi rostro – te espero en la esquina, no quiero despertar sospechas.
- Vale – respondí, dispuesta a colgar, pero olvidé la idea tan pronto como le escuché hablar de nuevo.
- Laura – me llamó, obligándome a hacer un ruidito en señal de que le escuchaba &n