Elvira se le había notificado de un cliente VIP muy importante que le solicitaba un privado para la siguiente noche. Maribel decidió no aceptar de inmediato. Tenía mil cosas en su cabeza esos días. Le pidió a Elvira que la coordinara para la siguiente semana.
El fin de semana había pasado ya pero en su mente aún tenía grabado el último privado con él… En sus pensamientos.
En sus sueños.
En la piel de Maribel como una sombra que no podía sacudirse.
No sabía su nombre.
No conocía su historia.
Pero podía describir el contorno de sus hombros con los ojos cerrados.
Recordar el ritmo exacto de su respiración cuando ella se movía sobre él sin tocarlo.
Sentir, incluso en la distancia, el ardor que había dejado su cuerpo apenas rozando el suyo.
Desde aquella última noche, se había convertido en algo más que un cliente.
Soñaba con él.
Pero no con el típico sexo.
Soñaba que le hablaba al oído. Que la miraba sin máscara.
Que la desnudaba sin manos, solo con los ojos.
Y que ella se dejaba.
Maribe