Narrado por Fátima Hneidi:
Recojo mis cosas sin pensar, en este punto siento que cualquier pensamiento me martilla. No hay lógica en el orden, ni intención en los movimientos. Meto ropa en la maleta como si no importara si se arruga, si se mezcla, si se pierde. Estoy en la casa donde viví menos de una semana, pero que me marcó como si hubiera sido una vida entera. La casa donde entregué mi amor, mi devoción… y mi virginidad. A Mariano Hans.
Pero es que, una parte de mí, sabía que amarlo a él siempre dolería.
Cada rincón me pesa. Cada objeto parece mirarme con lástima. El silencio es denso, como si la casa misma supiera lo que pasó. Me siento vacía. No lloro, no grito. Solo hago las cosas por inercia, como si mi cuerpo se moviera sin mí. Como si yo fuera solo un eco de lo que fui hace unos días. En sus brazos, junto a sus risas, junto a sus caricias.
Zayd está conmigo. No dice mucho, pero su presencia me sostiene. Me habla de cosas puntuales: si ya guardé los documentos, si quiero