Narrado por Fátima Hneidi:
El avión se desliza por el cielo como si no tuviera peso. Como si no llevara dentro a tres personas que han huido de una casa donde el aire se respiraba con miedo. Me dejo llevar por ese movimiento suave, por el murmullo constante del motor, por el silencio que hay entre Zayd y yo. No quiero pensar. No quiero recordar. No quiero sentir.
Mi cabeza no deja de querer reflexionar sobre lo que está ocurriendo. Zayd ha dejado la mezquita a la que estaba acostumbrado, ha dejado la clínica, a sus amistades. Ha dejado todo por salvarme a mí. Y no sé cómo sentirme al respecto.
¿Debo sentirme halagada de que un hombre me haya demostrado su interés romántico, dejando todo por mí?
¿Debo sentirme culpable porque él ha dejado su estabilidad por mí?
Cierro los ojos. Me acomodo en el asiento. Apoyo la cabeza en el hombro de Zayd. Él no se mueve. No dice nada. Solo está ahí, como ha estado desde que todo comenzó. Me dejo caer en ese espacio. Me dejo dormir. No porque ten