—¿Cual es tu nombre? —dijo el hombre frente a ella.
Cala no dijo ni una palabra, su cuerpo temblaba con desesperación intentaba abrir los ojos pero el temor era más grande, jamás había imaginado lo que vivía en ese momento, y solo pensaba, en que ocurriera lo peor. —Dije, ¿cual es tu nombre? —preguntó de nuevo el hombre de voz inquietante y rasposa. —-¿No escuchas? —dijo el tipo que la sostenía, encajó aún más el arma en su mejilla, Cala abrió los ojos, sus lágrimas corrían y en ese instante, el hombre frente a ella, levantó la mano, y con un simple ademán el violento hombre retiró el arma de la mejilla de Cala. —Cala —dijo al ver que el hombre frente a ella, le había concedido algo de piedad. —Suéltala —ordenó el hombre que había preguntado, y en un segundo Cala parecía estar libre. —Me disculpo, por arruinar tu boda —dijo él, pero Antonio necesita una lección —la voz grave e intensa del hombre, recorrió la piel de Cala, como una corriente eléctrica, diminuta pero lo suficientemente agresiva para que ella sintiera la descarga por todo su cuerpo. Los disparos continuaban, gritos desgarradores y el sonido de los cristales, siendo destrozados, por los hombres y mujeres que aún intentaban salvar sus vidas. —¿Antonio? —preguntó ella. —Si Antonio, el muy maldito parece tener suerte —replicó él, acercándose un poco. —¿Qué quieres? —preguntó Cala, con firmeza aunque por dentro, estaba a punto de quebrarse, las manos de punzaban y pequeñas gotas de sangre, no solo manchaba el vestido, también caían sobre ellos pétalos de las flores. —Bueno, tal parece que no es obvio, su vida —dijo él, con frialdad. Cala, contuvo la respiración cuando el hombre se acercó a ella, un silencio detuvo el tiempo, ella pensó en ese momento que no había visto ojos más azules, como los del hombre que en ese momento, tomaba uno de sus mechones de cabello. —Parece que Antonio se fue, ¿no es así? —dijo él. —Acaso, ¿te dejo aquí, sin protección? —preguntó él. —Bueno estamos en su territorio, él tal vez debería volver con cientos de hombres y tratar de matarme —. —Por favor, no se de que estás hablando, déjame ir —dijo Cala, mirando fijamente al hombre de ojos azules. Él la miró, y por un segundo los ojos verdes de Cala, le quitaron el aliento. —Eres muy hermosa —sonrió, pero su sonrisa era inquietante —, tengo una idea mejor —dijo él. —Blake vámonos el muy maldito se escapó —dijo alguien detrás de Blake, Cala al fin le dio un nombre al hombre frente a ella. —Reúnelos a todos, vámonos de aquí —-Blake miró a Cala, fijamente; como si quisiera, recordar el color de sus ojos, por mucho más tiempo. "Gracias Dios", pensó ella. —Cala, ¿cierto? —cuestionó, y lamió la comisura de su boca. —Si —. —Bueno, ya oíste, vámonos —soltó él, la tomó de la cintura, y como un liviano costal de arroz, la cargó sobre su hombro, Cala pataleó y gritó incluso golpeó a Blake, pero poco a poco las fuerzas de Cala se apagaron y la desesperanza la envolvió, poco a poco ella se rindió, Blake caminó por aquella pasarela llena de pétalos de rosas, con Cala sobre su hombro, ella gritaba y lloraba sin control, y con tristeza vio en lo que se había convertido su boda, una que no se realizó. —Porfavor dejame ir —dijo sin un ápice de esperanza. —Eres ahora mi carnada —dijo Blake al subirla a la camioneta ella lo miró a los ojos, y trato de arrinconarse hasta el fondo del asiento —, o tal vez seas mi premio. Vámonos —ordenó Blake, y más de diez camionetas negras blindadas, aceleraron avanzando en caravana. Cala había sido raptada, mientras ella pensaba en las palabras de promesa hechas por Antonio “ volveré por ti”.