Era más de la media noche, tal vez las tres de la madrugada un golpeteo constante, comenzó a irritar a Lorenzo, haciendo que este se pusiera de pie, con solo un pijama pantalon, cubriendo la parte inferior de su cuerpo caminó por el pasillo, bajó por las escaleras, recorrió la biblioteca el salón y los varios pasillos hasta descubrir el lugar de donde provenían el golpeo constante, se hacía cada vez más y más intenso.
—¿Qué demonios está pasando? —pregunto Lorenzo al abrir la puerta, Cala estaba de pie, con un trozo de madera, la silla del fondo de su habitación estaba destrozada y Cala había conseguido arruinar el pomo de la puerta, su cabello estaba alborotado, tenía rabia en sus ojos el brillo intenso en el verde de estos, era notable.
—No. Yo no soy una prisionera, me niego a estar aquí encerrada —objeto Cala, gritando, tenía aún el madero en su mano, dispuesta a golpear, como si fuera su última oportunidad antes de su tercer “strike”.
Lorenzo miró a Cala por un momento, y no pu