43. Ramsés le recuerda sus sentimientos a Gala
Gala no supo cómo reaccionar, pero retrocedió intuitivamente, con los ojos empañados por la desilusión, y se llevó las manos al vientre, negando con la cabeza.
Verla así lo destrozó.
— Gala, mi amor, escúchame.
— Ramsés, cariño… — la mujer que hace unos segundos lo rodeaba con demasiada familiaridad, se acercó a él, e intentó tomar su brazo, pero el rechazo fue demasiado esclarecedor.
— Te pedí que te fueras.
— Pero…
— Lo digo en serio, retírate.
La mujer, humillada y decepcionada por el rechazo del hombre que le gustaba, apretó los puños y salió de allí.
En cuanto Ramsés volvió la vista al frente, descubrió que Gala ya no estaba.
— No, no — se dijo a sí mismo. —. ¡Gala!
Entró a la casa con la esperanza de alcanzarla, pero no la encontró, entonces escuchó un quejido.
— ¡Ah! ¡Me duele! ¡Me duele!
Los ojos de Ramsés se abrieron.
— ¿Gala? — llamó, buscándola, y no fue hasta que alzó la vista cuando la vio sujetarse fuertemente de las escaleras que llevaban a las habitaciones. Corrió hacia