Estoy nervioso sin saber cómo reaccionar ante la actitud de mi Luna. No sé si me ha perdonado o si me está probando una vez más.
—Nuestros cachorros te necesitan —dice Isis desde la cama—. Así que ven a acostarte conmigo, abrázame fuerte durante toda la noche. Dales mucha energía a nuestros bebés. ¡Hice muchas cosas hoy, mi Alfa! ¡Estoy todavía asustada! —Sí, mi Luna —acepto de inmediato—. ¡Estuviste muy bien salvando a todos, mi Luna! Tenemos que entrenar tus poderes, mi Luna. —Sí, mi Alfa —responde, muy dócil. La veo quitarse la ropa delante de mí, algo que no ocurría desde hace mucho tiempo. ¡Mi Luna me lo está poniendo muy difícil! Voy y entro al baño para darme una ducha muy fría. Cuando salgo, ella ya duerme en la cama, con